25/4/14

EL ESTADO FALLIDO DE LA LITERATURA COMPARADA

Hace poco asistí al congreso anual de la Asociación (Norte)Americana de Literatura Comparada, que tomó lugar en Nueva York. La participación rebasó los tres mil ponentes, la mayor en su historia.

No se puede resumir un evento de tal magnitud. Pero tocaré temas que cruzaron todo el programa, ya que cruzan toda la disciplina de la literatura comparada en Estados Unidos y, por ende, en el mundo.

En los últimos años, han aparecido obras que han animado al comparativismo. Escritos de Franco Moretti y libros como What is World Literature? (2003) de David Damrosch definen un lado de la discusión.

En otra zona del debate, hoy Emily Apter enfatiza (¿abandera?) la traducción y, supuestamente, lo intraducible.

Pero es un consenso que la literatura comparada como perspectiva y preparación universitaria sigue en crisis. ¿Qué tipo de graves problemas sufre?

Por más que los comparatistas aleguen que conciben la literatura más allá de los estados fallidos de las literaturas nacionales, no han podido salir de su eurocentrismo.

Literatura comparada significa, en la práctica, comparar una literatura eurocentrista con otra literatura eurocentrista. O eurocentrizada.

Otro grave problema (que los comparativistas son aún menos propensos a aceptar) es el Síndrome Tutti Frutti: pasar de comentar una obra, literatura u autor a otro, de modo rápido, superficial. Carnaval: ¡Abarcar! Todo es Tour.

O colocar la lupa por unos minutos en un pedazo de texto (en una lengua) para pasar a otro pedazo de texto (en otra lengua). Literatura considerada entomología.

 La forma del catálogo sigue siendo la forma básica de todo escrito o libro de literatura comparada.

Hacer comparativismo sin caer en el catálogo no parece tener alternativa, porque quizá sin catálogo, no hay literatura comparada posible.

Así de grave es su catalogomanía neo-colonial.

El problema de la literatura comparada no está dentro de las universidades sino que el problema es que las universidades están dentro de la globalización (norteamericana).

La fe en las literaturas nacionales cada vez pierde más creyentes. Pero la nueva fe es quizá peor: la fe en literaturas trasnacionales que —como las rapaces compañías transnacionales de las que tomaron su nombre— son destructoras de diferencias significativas y promotoras de diferencias mercadeables; en suma: imperialismo.

Y parque de atracciones para las élites del tercer mundo que desean ser comparadas con sus “pares” del primero.

El estado global es también un estado fallido. Pero es el Soft(otal) State en el poder.

La literatura comparada probablemente es el futuro capitalista de todo análisis literario. La lucha ya no está en lo nacional sino en la nueva plataforma trasnacional. Ahí es donde todo producto literario comienza ya a ser re-catalogado.

Ahí ya no será necesario escribir, criticar o leer. Todo será googlear.

19/4/14

ERROR Y ACIERTO DE GARCIA MARQUEZ

Borges decía que a Cien años de soledad le sobraban varias décadas. Borges se quedaba corto.

Cien años... culminó una estética, por eso impone la sensación de exceso.  

Lo realmente sobrante de García Márquez son casi todos los siglos posteriores a Cien años de soledad; casi todos esos libros inferiores, únicamente comercializantes.

Otro error fue ser afín a Fidel Castro. A veces García Márquez era un personaje de sus novelas sobrantes.

¿Y su acierto? Ser leído incluso por quienes imaginaríamos que no podrían realmente comprenderlo. Su secreto —como el de Cervantes— es que sus libros involucran imágenes e historias que atañen a personas de todo tipo de geografías y clases.

Dos grupos que pueden despreciar a García Márquez son las personas educadas para despreciar el arte de la palabra y quienes se han intelectualizado tanto que creen que su refrigerador de datos los hace superiores al resto.

Y si uno y otro perfil convergen, tenemos al típico enemigo de García Márquez.

Sin duda, él acertó en denunciar a Estados Unidos y se equivocó al defender a Castro. No reconoció las dos caras de la misma moneda autoritaria.

Entonces, ¿cuál es el núcleo resistente e irresistible de los libros de García Márquez?

La obra de García Márquez nos gusta porque surgió del mundo de su infancia.

Cien años de soledad es la transformación de la imaginación de un niño (sus fantasías, familia y pueblo) en estupendo arte verbal.

Quien logra esa metamorfosis consigue el multitudinario aplauso humano.

Y junto a la magia de una infancia convertida en novela de arte, la otra mitad de la fórmula secreta de García Márquez es que encarna otra infancia y otro sueño: la infancia y sueño de Latinoamérica.

Marx sabía que los artistas griegos seguían procurándonos disfrute a pesar del derrumbe de la sociedad que les dio origen, porque en el arte griego los occidentales hallan el placer de reencontrarse con su infancia histórica y psíquica.

Para el siglo XX y el Nuevo Mundo, García Márquez repite esta fórmula psicohistórica: reúne la infancia de cada persona con la infancia de una civilización entera.

La diferencia es que el arte griego satisface al rememorar una niñez que ya no puede retornar, mientras que García Márquez da el placer de una niñez reciente (y de una civilización que sueña que su dolor es de parto).

En Gabo —mote que sintetiza viejo y niño— aciertos y errores están engarzados por la metáfora imperante de Latinoamérica como infancia.

La economía política de esta metáfora explica la presencia del viejo dictador que seduce al artista: ambos imaginan a la civilización como una infancia, que debe ser pastoreada y debe ser corregida por un gran patriarca.

No es fácil escribir de García Márquez. No es fácil escribir América. 

12/4/14

EL PERIODO POST-PACEANO

Llamo periodo post-paceano al ocurrido entre la muerte y el centenario de Octavio Paz (1998-2014). 

¿Cuáles son sus rasgos?

El periodo tiene la forma de la pérdida del líder de la “República de las Letras” y el intento de sostener el poder heredado.

Su núcleo fue dirigido por Enrique Krauze en Letras Libres, que fabricó a los nuevos representantes del periodo.

Pero una parte de las “promesas” iniciales se deslindó a mitad del camino. Letras Libres no logró la cohesión de Plural o Vuelta. Los índices de la revista documentan bajas y fugas.

El periodo post-paceano no logró generar un sucesor. Krauze no tendrá a nadie importante a quien pasar estafeta.

El árbol de la “tradición” se secó.

Fuera de los paceanos, Juan Villoro ha sido perfilado como sucesor.

Pero no cumple con todo el perfil que ese “gran” intelectual “nacional” adquirió en el siglo XX:

1) ser un hombre de ideas; 
2) un varón afín a la clase en el poder político y económico; 
3) ser un intelectual de derecha (discreta); 
4) poder ser usado mediáticamente para representar al Espíritu Mexicano y 
5) conducir a una mafia cultural a una sumisión similar.

El sistema no logró reproducirse.

En el mejor de los casos, el periodo post-paceano será una transición a un nuevo modelo de legitimación cultural para el capitalismo oficialmente post-nacional.

¿Palabra clave (residual) del periodo post-paceano? “Liberal”. 

En México ningún intelectual puede decirse “neoliberal”, “capitalista”, “derechista” o “conservador”.

La derecha intelectual, entonces, se llamó a sí misma “liberal”. En realidad, “liberal” quiere decir a favor del capitalismo y en contra de revueltas populares.

La época post-paceana quedó atrapada entre el “liberalismo” —derechismo que no puede decir su nombre— y el “relajo” como inquietud nihilista, “irónica”.

El periodo post-paceano se definió porque escritores, artistas (y académicos) de primera, segunda y tercera fila evitaron ser identificados con lo político —ya sea con el gobierno que los protegió o con las muchas luchas populares de esos años— para no verse afectados.

Al final, incluso “liberal” fue inconfesable y los más derechistas escribían que no eran siquiera “liberales”.

La realidad fue que casi todos los intelectuales “relevantes” post-paceanos fueron neoconservadores (y todavía no se dan cuenta).

Cometieron el error de extender tanto el modelo de Paz —ser derecha de clóset— que la derecha ya no los identificó como suyos.

Tal como no lograron crear una figura comparable a Paz tampoco lograron aunque fuese un libro que rompiese esquemas nacionales o globales.

La crisis política y estética de la literatura mexicana desborda este 2014.

Los intelectuales “nacionales” llevan siglos huyendo de la realidad social.

Su huida pronto terminará: ya comenzó su fase de extinción.

El PRI los necesitaba; el nuevo orden global, no. 

5/4/14

RULFO, UN ACADEMICO Y LA CIA

Según Patrick Iber —en el blog de U.S. Society for Intellectual History— el Centro Mexicano de Escritores (CME) recibía fondos de la CIA. 

Iber es un académico norteamericano de derecha disimulada.

Iber parte de un texto de Eric Bennett en The Chronicle Review (febrero) sobre el apoyo de la CIA a cierta literatura y titula su texto “How the CIA Bought Juan Rulfo Some Land in the Country” (“Cómo la CIA compró un terrenito campirano a Juan Rulfo”).

Para desacreditarlo, llama a Rulfo “alpinista, autor, receptor de fondos de la CIA” (patrickiber.blogspot.com).

Apenas apareció, algunos medios mexicanos repitieron el alegato de Iber (y sumando errores) y entre chistes y chismes en redes sociales, se desdibujó que la Fundación Farfield (ligada a la CIA) otorgaba solo 2% del presupuesto anual de la CME.

Esa cifra obviamente invalida la tesis de que la CIA mantenía al CME.

Iber sabe esto y por eso agrega que la CIA pagó sueldo y un terreno a Rulfo. Pero no da prueba alguna. Con nulo profesionalismo, Iber lanza cortinas de humo con fraseologías y teorías de conspiración.

Según las especulaciones de Iber, la CIA daba dinero a Rulfo para contrarrestar literatos de izquierda como Pablo Neruda.

Lo que Iber oculta a sus lectores en inglés es que la obra de Rulfo, por reflejar la pobreza rural, fue adoptada por la izquierda latinoamericana (que Iber, por cierto, busca desacreditar en otros textos suyos).

Leídos con cuidado, sus alegatos son burdos, y llegan al extremo de plantear que mexicanos como Rulfo se aprovecharon de la pobrecita CIA.

Las fantasías de Iber respiran cierto discurso racista al retratar mexicanos como mañosos y vividores de recursos norteamericanos.

Ante un texto tan factualmente cuestionable, prejuicioso y sensacionalista, es inevitable preguntar para qué publicarlo.

Al revisar otros textos suyos, Iber nos informa en Inside Higher Ed —apenas días antes del texto contra Rulfo—, en tono desesperado, que busca un puesto permanente en una universidad norteamericana y que el tiempo se agota.

Su confesión laboral da contexto a publicar un texto difamatorio y amarillista contra Rulfo, que toma como un caso del tipo de intelectual latinoamericano que ofrece explicar en sus cursos (cuyo perfil ideológico, por cierto, puede consultarse en Internet).

Iber busca publicidad a su carrera (y su próximo libro) con una historia tan sensacional como insustancial.

Decidió usar lectores presurosos, estereotipos, y un Rulfo que ya no puede responder acusaciones que valen 2%.

Iber, sin duda, logró usar a Rulfo para ganar 15 minutos de currículum en Internet. El chisme trasnacional de Rulfo y la CIA, en cambio, durará más.

Pero, caray, en tiempos de neoliberalismo contrarreloj, ¿qué puede importar la reputación de un escritor muerto al sur de la derecha académica?


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POSDATAS:

Leer la nota en Milenio: aquí

Noten cómo en esta entrevista, Iber no responde las preguntas y el entrevistador no cuestiona:
 Parece tratarse de un cuestionario —no una entrevista—, en que el encargado (Geney Beltrán Félix) no pide evidencia a lo dicho por Iber ni cuestiona sus falacias o falta de respuesta a la pregunta hecha. Parece ser un cuestionario enviado por Internet y luego puesto en copy-paste como si fuera una entrevista.

Nótese, en este otro ejemplo, cómo la falta de evidencia dura es disimulada mediante especulaciones sensacionalistas y cómo, de nuevo, el periodista lo permite porque lo que quiere es una nota que llame la atención —como lo indica el titular— no periodismo serio o investigación: http://www.espanol.rfi.fr/americas/20140331-juan-rulfo-un-escritor-sueldo-de-la-cia 

En este otro ejemplo, la información, sencillamente, tiene errores de redacción y atribución (se atribuye a Bennett lo que dice Iber), creando la sensación (probablemente accidental) de que hay más de una fuente respaldando una información que, en realidad, no tiene evidencia seria alguna: http://www.ejecentral.com.mx/la-cia-financio-el-centro-mexicano-de-escritores/ Sin embargo, nuevamente, veamos el título de la nota.

Son muchos los puntos cuestionables de los alegatos de Iber. Iber insiste en que la prensa mexicana no quiso tomar el caso. Lo hace para que más y más medios repitan su información (sin evidencia). Otro punto notorio es cómo intenta reparar esa falta de información arrojando hipótesis amarillistas sobre el supuesto fracaso de la CIA o las intenciones que atribuye a distintos actores y, en general, la idea de que Rulfo fue un vividor de dinero norteamericano. Sabe que el lector se quedará con esas imágenes pintorescas y no pondrá atención en lo falaz de los argumentos, extensión de las especulaciones y falta de pruebas reales. Los periodistas que cubren la historia, por su parte, no parecen ocupados de toda esta serie de huecos y fallas de investigación: reproducen la información sin cuestionar nada. La idea de que Rulfo "fue financiado" y (además) "engañó" a la CIA vende.


¿Periodismo chamaqueado? ¿Amarillista? ¿Descuidado? ¿Apresurado? ¿Oportunista?  ¿Amateur? ¿Sesgado? ¿Mercadotécnico? Cualquiera que sea la respuesta exacta, lo claro es que este caso de un supuesto lazo de Rulfo y la CIA es un ejemplo de cómo el periodismo mal hecho participa de la creación de desinformación. 

Sigamos de cerca cómo prosigue este caso.