12/9/15

FIN DE ARCHIVO HACHE

La siguiente fue la última columna de "Archivo Hache", en suplemento Laberinto de Milenio. Apareció publicada el sábado 12 de septiembre del 2015.

* An English translation (by Guillermo Parra) can be find here: Venepoetics


FIN DE ARCHIVO HACHE

Hace una semana me notificaron que esta sería mi última columna. En un principio quise despedirme de los lectores con mayor extensión. Pero caí en cuenta que sería un error cerrar de un modo diferente al que con cada semana unos pocos lectores me concedían dos minutos.

Periodismo es buscar la verdad detrás de las mentiras que otros periodistas llaman noticias. Todo lo demás es mercadotecnia.

Durante los años que duró esta columna, semana a semana busqué diseccionar un sistema cultural regido por la corrupción y la farsa.

Describir todo tipo de mecanismos de la Alta Transa Cultural (sus usos y costumbres) fue el tema principal de Archivo Hache.

Soy el primer sorprendido en haber durado tantos años señalando a dicha pseudo-mafia.

Por ser escritor literario, quise que cada columna fuese un micro-ensayo aforístico (y pistolero, como mi abuelo).

Ser crítico me ganó enemigos. Casi todo ellos escritores y funcionarios.

También me ganó algunos lectores. Desde mediados de 2012, abrimos un espacio para re-publicar las columnas (www.archivohache.blogspot.com). Al momento de escribir estas líneas, el blog tenía 230 927 visitas suyas e igual número de agradecimientos míos.

En 1997 comencé a colaborar en un semanario de Baja California y desde entonces he escrito periodismo cultural sin parar. La siguiente semana, por primera vez en casi dos décadas, no tendré la obligación de sentarme a escribir mi pieza semanal para algún medio.

Escucharé las mismas canciones pero esta vez no tendré que teclear nada. Será una tarde rara en Tijuana.

Combinar periodismo y literatura es combinar hoy activismo y performance. Hacer de la estética una ética, es decir, desear que la belleza verbal baile con la verdad analítica, sin que tengamos más mérito que poner una parte de la música, y saber que, como estamos en México, no debe extrañarnos que el baile incluya balazos.

Tratándose del fin de una serie, quiero consignar que en la fecha de cierre de este fallido archivo, México estaba en una narcofosa, cavada, de nuevo, por el Partido Revolucionario Institucional, aliado con el cártel de las transnacionales.

Y cuyo aparato cultural (instituciones gubernamentales y empresas afiliadas) quería retomar el control remoto de opiniones y redes, teclados y pantallas, porque, en la realidad, el presidente mismo era un selfie en crisis dentro de un informercial lleno de acarreados.

Atravesamos un tenebroso túnel cultural. El control norteamericano-mexicano y la sociedad del espectáculo han jodido los tejidos de la imaginación crítica, y diseñan artistas y escritores encargados de dar una imagen de “civilidad”, “tradición” y “novedad”, y de ningunear, silenciar y atacar disidentes (y cambiar de tema).

Fui crítico hacia todas las direcciones. Si a alguien no critiqué, le pido disculpas por el descuido. 

Archivo Hache se ha cerrado. Cambio y fuera. 




.

5/9/15

DE LA CRISIS A LA CRITICA

"Archivo Hache" es mi columna en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La columna de este sábado apareció el 5 de septiembre del 2015.

DE LA CRISIS A LA CRITICA

Sabemos que hay una crisis del arte y la literatura, entonces, preguntemos: ¿hay responsables? Si los hay, ¿quiénes son?

La mayoría de los artistas son aún peores que los museos. Cuando un artista ataca a los museos (repitiendo clichés vanguardistas), hay que preguntarle qué sería del arte si no fuese resguardado por museos. Las únicas obras de arte que cuidan los artistas son las suyas.

¿Y qué obras suyas? Las que no han podido venderse.

Concuerdo que los museos son casi un asco (cuando un niño o joven acude, el museo queda momentáneamente redimido); pero sólo podemos enjuiciarlos (como a galerías y especuladores) si al mismo tiempo admitimos que muchos artistas son también nauseabundos.

¿Y la crítica? Recordemos esto: el ego artístico fue construido por el mismo (in)mundo que construyó el super-ego de los críticos.

Sin embargo, nadie en su sano juicio podría decir que el arte es una mierda. Cualquiera que haya entrado en prolongado contacto con el arte, sabe que uno de sus efectos es convertirte en un militante contra del mundo del arte.

Es un gran enigma que a pesar de ser material y espiritualmente hecho por artistas y cuidado por instituciones que son un asco, el arte sobreviva a sus gestores.

Algo similar sucede con la literatura. Los escritores, con mucha razón, denuncian a la academia (por escribir mal y también ser una élite); ¿pero qué sería de muchas obras literarias si no fuesen leídas en las universidades?

¿Quiénes son peores? ¿Los escritores que sólo piensan en nutrir su ego o los académicos que usan a los libros para tener un puesto? A la mayoría de los Humanistas sólo les importa su propio culo.

¿Y los lectores? A la literatura la compran, consumen y, finalmente, ponen en sus estantes y los más posmodernos, le toman foto y suben a sus redes.

A la mayoría de los lectores sólo les interesa que los libros sean accesibles y baratos. Y si son libros electrónicos, que sean accesible, breves y gratuitos; en suma, los lectores piden que las obras literarias sean prostitutas espirituales de clase alta (pero al alcance de su tiempo y bolsillo). Eso es todo. Next.

Los responsables de la crisis del arte y la literatura, entonces, son los artistas y los escritores. La sociedad, el Estado o el mercado jamás harán nada por el arte.

Somos los escritores y los artistas quienes debemos hacer una autocrítica radical en este siglo para que no sea erradicada la imaginación disensual.

Nosotros debemos encargarnos de la crítica. Y debe quedar claro que esta crítica no debe ya ser sobre objetos (“obras”), tal como quiso el capitalismo para saber qué productos estéticos deben ser celebrados y consumidos por ser los más más bonitos, sino una crítica de sujetos.

Pasar de la crítica de objetos a una crítica de sujetos, por supuesto, entraña un peligro: reducir la crítica a la moral.


Y un desafío tremendo: volver a la crítica estética una parte de la ética.


.