18/8/12

LA VIDA DESPUES DE TWITTER


Dejé facebook por saltar a twitter, que es mejor. Uno podría dejar de hacer todo con tal de estar mejor informado. Por eso decidí dejar de seguirlo a diario. No porque no sea interesante, sino porque lo es demasiado.
Pero en twitter sobre todo se aprende de las sutilezas de las relaciones interpersonales.

Ahí la gente escapa de su contexto inmediato por otro presuntamente más amplio.

Esa intercomunicación está regida por la fantasía. Un ser humano no cabe en 140 teclazos. Un tuit siempre es una máscara. Eso no es malo, al contrario, es un modo de mostrar un aspecto de su personalidad total.

Los tuiteros somos altamente contradictorios. Seguimos cuentas que nos molestan y luego nos quejamos de sus tuits. Pero si nos bloquean, ¡nos quejamos de nuevo!

Twittter es otro rincón más de la gran comedia humana.

Me eduqué como un ser del libro. Luego me sedujeron el blog y las redes sociales. Pero a dos décadas de consultar diariamente internet, definitivamente, creo que el libro es superior por un sencillo hecho: está desconectado.

A Kierkegaard en twitter le dirían: @SorenKierkegaard ke pedo contigo??? #NoTeJorobes!

Un libro casi elige a sus lectores; twitter refleja la rebelión de las m@sas.

En este país, el libro es la locura del 1%, e internet, la del 33 por ciento.

Twitter refleja las tendencias mayoritarias de la población usuaria. Eso provoca trending topics y trolls; intolerancia al disenso y retuits políticos. Twitter posee los vicios y virtudes de una democratización desde el caos vial, virtual y viral.

A muchos periodistas twitter les molesta. Nos creemos una opinión especializada, privilegiada, jerárquicamente superior —gran mito— y súbitamente encontrarnos en un mar de opiniones que tienen el mismo estatus, ah caray.

Le ocurrió a López Dóriga, Loret de Mola, Denisse Maerker, Aguilar Camín o Krauze. Twitter dejó claro que el peso de una opinión no depende de su inteligencia sino sencillamente del medio que la sustenta.

Como en twitter todos somos cuentas compartiendo la misma pantalla, las supuestas diferencias caen.

Además por mera ley estadística muchas veces es más sagaz lo que tuitean los mejores críticos de estas cuentas mediáticas que sus propietarios.

Como remate, estos tuiteros tienen compromisos empresariales o precauciones profesionales y los tuiteros promedio, en cambio, todo el tiempo del mundo.

En internet, las opiniones mediáticas ya sólo sirven para dos cosas: para ser leídas por simpatizantes e incautos, y para comidilla y tomatazo en redes sociales.

Twitter es un fascinante desafío: cómo opinar de modo relevante en la época en que todos podemos hacerlo en cualquier momento.

Muchos dejamos la TV por el email, pero luego lo dejamos junto al chat, messenger, blogs, MySpace e incluso Facebook, así que evidentemente tuitear también desaparecerá.

¿Qué sigue?