16/2/13

LA BIBLIOTECA DE BABEL Y LA BABA DE LOS LOCOS


La falta de bibliotecas públicas produce enfermedades mentales.

Imagine el lector un área del saber llamada “Babelogía”, iniciada por los llamados “Babelogistas”.

Debido a la escasez de todo tipo de libros, especialmente libros sobre áreas como la Babelogía, si alguien desea conocerla no encontrará los 37 libros escritos por los Babelogistas ni muchos menos las 59 obras importantes que se han escrito sobre la Babelogía.

En el Tercer Mundo esa información la tendrán unos poquísimos profesores y especialistas. Y aquí comienzan las enfermedades mentales producidas por la falta de bibliotecas públicas.

Esos expertos tercermundistas sufrirán males derivados de poseer las fuentes de un saber minoritario, esotérico.

Los jóvenes que quieran saber sobre la Babelogía otorgarán a estas personas —que tienen los libros babelógicos en sus bibliotecas privadas— un poder mágico.

Serán tratadas (negativa o positivamente) como depositarios de una gnosis-secreta, casi inaccesible. Eso las enfermará de ego, avaricia, paranoia.

En el Primer Mundo, no obstante, las universidades se reirán de los expertos en Babelogía del Tercer Mundo.

Las bibliotecas del Primer Mundo poseen todas las fuentes de Babelogía imaginables: las que ya existen y las que se pueden hacer recombinándolas con fuentes afines.

Pero sólo pueden acceder a ellos unos pocos socios. A quienes se les otorga el privilegio de explotar tales fuentes.

Se harán especialistas de la Babelogía —autoridades— que padecerán enfermedades mentales similares a sus colegas del Tercer Mundo.

Sólo que en su caso dominar la Babelogía podría redituar en un futuro gran salario.

Los tercermundistas buscarán admiradores; los del Primer Mundo, no quieren siquiera lectores, para no poner en riesgo su latifundio.

Si hubiera bibliotecas públicas (impresas o electrónicas) o en cada ciudad del mundo fuera posible que cualquier persona consultara, tomara en préstamo, leyera todo lo que quisiera sobre la Babelogía se vendrían abajo en pocos años los privilegios de los especialistas en Babelogía en el Tercer y Primer Mundo.

La Babelogía ya no sería un lujo de los elegidos.

Finalizaría la división de clases posible por la restricción del derecho a la información.

¿El precio a pagar? Las enfermedades mentales que padecen las élites del Tercer y Primer Mundo.

¿El premio? Los bienes salidos de la especulación mágico–capitalista.

Así es como la Babelogía se convirtió en una rama de la bibliografía fantástica y unos pocos monopolizan la ciencia para aplastar a las mayorías.

El capitalismo exige a cada uno de sus esclavos predilectos salvar el propio pellejo.

La prueba de que la Babelogía funciona es que ninguno de los que lee esta página sabe de qué se trata.

La Biblioteca de Babel es un hospital psiquiátrico.