19/10/13

ELIJA UN DIABLITO: ¿ENSAYAR O ACADEMIZAR?

Nota: Como el equipo editorial de Laberinto puede atestiguar, este era el texto que aparecería la semana pasada (lo entregué el domingo). Luego Guillermo Sheridan (el martes) respondió un texto mío y decidí publicar mi contrarréplica. Resulta interesante que Sheridan haya ironizado sobre la figura general de la academia, justo la semana en que originalmente aparecería el siguiente texto, que aborda ese tipo de tensiones que desde hace años crece entre literatos y académicos.

ELIJA UN DIABLITO: ¿ENSAYAR O ACADEMIZAR?

A los interesados en literatura mexicana —especialmente en el ensayo y crítica— recomiendo Ensayando el ensayo. Artilugios del género en la literatura mexicana contemporánea (2013).

El libro lo publican Ediciones Eón, Colegio de Puebla AC y Grand Valley State University. Lo coordinan las académicas Mayra Fortes González y Ana Sabau Fernández.

Pensar al ensayo sin escribir ensayo: reto de un libro de 13 artículos mayormente de académic@s en USA.

Los artículos analizan ensayos de Vivian Abenshushan y Fabio Morábito (E. Hind); de Juan Villoro (R. F. Long y J. V. Waldron); de Parménides García Saldaña (Fortes); Roger Bartra (Sabau); Evodio Escalante (I. Sánchez Prado); Fausto Alzati (Potter); entre otros.

Su introducción caracteriza al ensayo como persuasión estética.

Pero hay una diferencia más determinante (pienso en el caso de México): los ensayistas escriben para lectores literarios regulares (en revistas y periódicos).

Mientras que el académico (pienso, sobre todo, en USA, cuya lógica académica da forma al libro) escribe para otros académicos.

La posición que se busca tener con el otro–lector determina formas y contenidos de ensayística y academia.

El estatus social de la prosa académica es mayor (como su valor económico, ya que un texto académico es siempre un escalafón hacia un puesto y salario).

Pero el estatus estético de la prosa ensayística es mayor. (Y ambos grupos deben creerlo para que su relación los beneficie simbólica y económicamente).

Debido a lógicas globales y nuevas comunidades de la escritura, entre México y Estados Unidos la relación entre ensayismo y academia seguirá creciendo.

Esto quizá endurecerá la índole reaccionaria del ensayo (buscar diferenciarlo vía “estilo”): prejuicios sociales hechos retóricas agradables.

Y endurecerá la índole reaccionaria de la academia (buscar consolidarlo como definición interna de un otro externo). Lo que ocurre en la Academia se queda dentro de la Academia.

Unos lo hacen en nombre del arte; otros en nombre de la ciencia. Ambos son grupos que buscan poder intelectual. Pero no lo aceptarán.

He disfrutado Ensayando el ensayo aunque muchos de los artículos usan lenguaje estándar (que estandariza ideas).

Si medito las tensiones entre ensayistas y académicos es para animar a los lectores a buscar este libro (y otros). Son los lectores quienes romperán las inercias, costumbres y dogmas de ensayistas y académicos.

Pongan mucha atención a las relaciones entre ensayistas y académicos (en México y Estados Unidos) porque esta dinámica comienza a definir el destino de lo literario mexicano.

Hay tensiones entre ambos grupos acerca de qué define a la literatura. Ambos grupos están separados por puntos ciegos que posee cada uno.

Son dos bandos de escritor@s cuya profesión los obliga a desconfiar uno del otro. Cada vez habrá más choques.