"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La siguiente columna se publicó el 24 de enero del 2015.
INTERNET IS NEXT!
Los escritores literarios desaparecerán. Aquellos que escriben en pos de obras maestras, literatura, arte verbal y el libro. No lo lamentarán demasiado: el escritor moderno —desde Baudelaire— disfruta desaparecer.
Odia y ama la Modernidad y, como Gorostiza, goza desbarrancarse con ella.
Existen ya varias señales de la interrupción de la posibilidad literaria.
La condición necesaria para la existencia de literatura —lo subrayaron Cervantes, Flaubert y Borges— es el lector literario. Ya en extinción.
El lector literario reconocía géneros, sus artificios. En el lector electrónico, en cambio, no funcionan las reglas de los distintos géneros; los lectores virtuales colapsan todos los géneros.
Emergió una forma de escritura sustentada por la reality: el consenso sensorial de que lo aparecido en la pantalla es una descripción suficiente de lo Real.
Supongamos que un escritor (todavía) literario publica una novela en primera persona con una historia ubicada en el presente; el lector literario tiende a separar al yo-escritural del autor; el lector electrónico, a identificarlos. Internet es “Confesión”.
Fueron las redes sociales. Imaginemos que un diario personal en 1983 y su lector. Para reconocer esos textos como biográficos había necesidad de traducir lo escrito mediante la “imaginación” y “memoria”. Traducir de lo verbal en papel a lo visual mental.
Esta operación es innecesaria en redes sociales.
E imaginemos un silencioso álbum fotográfico y una persona que lo abre y recorre. ¿Qué facultad mental, qué tecnología interna, debía usar para entender esa narrativa? Una tecnología casi obsoleta para los usuarios de redes sociales, en donde diario y álbum ya se fusionaron en una plataforma que inutiliza todo lo que no sea retrato.
En redes los multi-micro-textos e imágenes detallan la vida “personal”: sentimientos momentáneos, comidas photoshopeadas, selfie-fiestas, etc. En Internet no son demasiado relevantes la memoria o la imaginación modernas. Es necesaria la reality.
El gran triunfo de Facebook es lograr que todo —desde un libro hasta la geopolítica— sea leído como post: opinión personal (opcional). Fuera de Facebook todo es link.
Al lector en línea (promedio) le falta distancia del texto y la imagen. Ese es su gran defecto: su credulidad mediática (todo lo cree inmediato) y, sobre todo, su credulidad del “yo”.
Todo lo que se sube es “yo” y todo lo que se lee es leído como un “yo”. El ego-centrismo es el principio masivo de la lógica narrativa de Internet.
Ese principio masivo ha aniquilado —al menos para esta época— la posibilidad de la lectura literaria.
No lloremos esa muerte. Tiene zombies. Tiene retros.
Mucho menos, demos like al lector electrónico. Durará mucho menos.
Si vamos a ir hasta el final, vayamos, destruyamos ahora Internet.