"Archivo Hache" es mi columna en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La columna de este sábado apareció el 29 de agosto del 2015.
EL ESCRITOR COMO ARTISTA
CONTEMPORÁNEO
Mucha literatura del siglo XXI será una rama del arte
contemporáneo.
Casi todo escritor tendrá quince minutos de
fama retro como artista visual.
El artista-escritor quizá tuvo su cima en
John Cage. Pero a partir de la transformación de la lectura y circulación del
texto en Internet, apareció el escritor-artista.
Primero el libro impreso y luego el texto
en general pasaron a la periferia de la forma literaria, y la imagen
fotográfica del escritor (su look) y
su producción audiovisual (video, performance, obras visuales, etc.) se
colocaron al centro.
Muchos textos literarios son ya gestos, ocurrencias,
divertimento u ornamentos semióticos. La estética se vuelve cibernética.
Al migrar de la literatura moderna al
arte contemporáneo, no sólo los objetos y sujetos literarios se modifican sino
también su función política.
Al imitar al arte contemporáneo, la
literatura aumenta su participación en la moda, el espectáculo, los medios y
las élites chic.
Con esta integración, se alcanza el pleno
reinado de la imagen dentro de lo literario.
Por ejemplo, no es ningún secreto que hoy
el ingreso y avance de una carrera literaria sólo ocurre cuando el look del
escritor o escritora es aceptable para las propias elites literario-mediáticas.
Además esta integración ocurre mediante
técnicas, perspectivas, géneros y medios que ya fueron utilizados por sectores
experimentales de hace varias décadas.
Ahora los escritores contemporáneos (mainstream)
plagian, despolitizan o ablandan recursos de colegas viejos o muertos.
Para poder ser moda, la literatura
contemporánea tendrá que imitar las artes visuales de hace 50 años.
Muchos escritores de España, Sudamérica y
Norteamérica (donde incluyo a México) están produciendo piezas que repiten
experimentalismos de los 20’s, 50’s o 70’s.
No hay experimentalismo actual que no sea
un refrito.
El paso de la literatura al arte
contemporáneo es una jugada retro, realizada para sabotear la destrucción violenta
del lazo del escritor moderno con el mercado. Para no dar este paso adelante,
el escritor opta por el retroceso: volverse artista contemporáneo.
Al refugiarse ahí aprovecha el incremento
del conservadurismo en el mundo del arte.
Los de por sí escasos elementos críticos
o revolucionarios de la literatura están siendo desactivados al ser integrada a
las artes visuales y digitales, dominadas por el neo-conservadurismo cool de
redes y mercado.
La entrada del escritor literario al arte
contemporáneo es parte de su rendición ante el capitalismo.
No nos engañemos, no se trata primordialmente
de una renuncia a un esfuerzo estético que ya no quiere alcanzar, sino que el
escritor se convierte en artista contemporáneo, sobre todo, para entregarse al
control de los poderes trasnacionales.
Para no ponerse al servicio de la
sublevación que viene, el escritor huye al arte que ya fue.
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