"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La siguiente columna se publicó el sábado 7 de marzo del 2015.
DEL E-BOOK AL FIN DE LA OBRA-TEXTO
La discusión sobre el e-book solía centrarse en debatir si sustituiría al libro de papel. O en discutir si el e-book podría ser un gurú.
El e-book no será el vencedor del libro de papel; más bien podría desaparecer antes que él.
La crisis del libro no necesariamente desemboca en su extinción, sino en su neutralización como forma crítica, en su instrumentalización.
El libro —incluido el digital— será reemplazado por tecnologías audiovisuales, redes, nubes, voces, implantes y servicios sinestésicos de información corporativo-gubernamental.
El fin de la fase heroica del e-book puede verse con mucha claridad en el estudiantado del primer mundo, que consigue la versión digital de un libro, por ser más práctica, barata, transportable, cómoda y a la que, al mismo tiempo, no le dan mucho valor.
El libro digital es un instrumento desechable. Se trate de Tolstoi o de un curso de econometría, el texto digital es visto como archivo pasajero.
(Los clásicos son los libros menos valiosos monetaria y simbólicamente en el mundo digital. Los clásicos son la clase baja de @ccidente. El canon es el grado cero del e-status).
El libro digital es el libro menos inconveniente. Más que ser la causa de la crisis, el e-book ha frenado el fin del libro, prolongando la vida de la obra-texto.
Pero la obra-texto —la obra que toma forma por la primacía y separación de un texto de otros textos, obras y medios— peligra.
Es probable que en Internet comience la evaporación de las fronteras del libro como artefacto textual autocontenido.
Es posible que el sistema educativo neoliberal (o su sustituto) prescindan del libro, desintegrando la obra-texto.
El libro como artefacto (y mercancía) separada sólo sobrevive hoy por la precariedad tecnológica de los sistemas educativos norteamericanos (replicados en todas partes).
Pero apenas sea redituable prescindir de la aula presencial centrada en un profesor, bibliotecas adjuntas y cursos organizados en torno a una serie de lecturas, el libro (incluyendo el digital) será obsoleto.
Cuando las universidades se integren al mundo electrónico, se virtualicen y el aprendizaje que hoy todavía se realiza en una interacción entre textos digitales y aulas presenciales se realice en atmósferas puramente virtuales, el libro terminará.
El fin del libro podría ocurrir cuando el e-book pierda sus fronteras y el texto sea fundido, fragmentado, apropiado, trans-mediado.
Este proceso ya tiene cierto nivel de avance: ya los sistemas educativos han logrado transformar al libro en un mero contenedor de información (explícita o decodificable). Una vez terminado este proceso, el libro digital perderá sus orillas.
Ya no será relevante leer obras-texto separadas de lo demás. El texto pasará a ser un elemento periférico dentro de plataformas holo-mediáticas de adoctrinamiento.
Orwell se equivocó: dentro de la pantalla estaremos nosotros y lo único fuera de ella será la conexión del Gran Hermano.