* "Archivo Hache" es mi columna, que aparece en el suplemento cultural Laberinto del diario Milenio. Esta columna apareció el 4 de abril del 2015.
AULLIDO A LOS 60 AÑOS
Hace 60 años Allen Ginsberg compuso “Howl”, uno de los grandes poemas
del siglo XX. ¿Cómo recordarlo en unos pocos teclazos de un periódico mexicano?
Al escribirlo, Ginsberg era un joven escritor desesperado y profético.
“Aullido” captura esos polos.
No puedo comentarlo extensamente. Me limitaré a un detalle de su primer
verso que creo nos dice mucho acerca de todo el poema, su forma y significado.
Dice su primera línea: “I saw the best minds of my generation destroyed
by madness, starving hysterical naked” (“Vi las mejores mentes de mi generación
destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas”).
En una primera versión, el verso no decía “histéricas” sino “místicas”.
En una versión posterior, Ginsberg describía a esas “mejores mentes”
como “hambrientas, histéricas, místicas, desnudas”. Pero finalmente eliminó las
comas y “místicas”, dejando en su lugar “histéricas”.
“Místicas” tuvo que irse porque las mentes, cuerpos, imágenes y
relaciones que Ginsberg anotó, aunque buscan a Dios y lo sagrado, sufren por su
separación; su crisis deriva de estar cercenados de Dios y no poder unírsele.
Conforme el poema avanza, Ginsberg busca cantarlas y cantarles como
alabanza que las santifica y conduce a lo divino, pero la catástrofe civilizatoria
y metafísica que el poema describe nos impide creer que la unión mística es
alcanzada.
Ginsberg lo sabía y por eso lo “místico” fue eliminado y reemplazado por
lo “histérico”, es decir, por el desasosiego y la partición interna que
caracteriza a la histeria (menos clínica que posmoderna), lo fragmentario,
desorganizado, expuesto.
No podía ser un poema teológico, místico, sino un poema de partes
temblando, de un ataque nervioso, narcoliterario, psicopolítico.
Perder la conexión con lo divino (la conexión mística), sin embargo, no podía ser meramente remplazada con un despedazadero,
una total fragmentación histérica. Por eso las comas también se fueron, porque
al irse construyeron un gran bloque protector para esas mentes: “hambrientas
histéricas desnudas”.
Lo histérico sustituyó a lo místico pero, al mismo tiempo, se unió a
todo lo que lo rodeaba en el mundo, puesto que no podía unirse
trascendentalmente con Dios pero sí podía fusionarse con el aquí–ahora
inmediato, aunque lo solidario al lado estuviera herido, enloquecido, amenazado.
El propio título “Howl” —que como sustantivo es “aullido” y como
imperativo “aúlla”— contrasta con otra palabra final — “Who” (“Quienes”)— que
da orden a una buena parte del poema, y con la palabra “Holy” (“Santo”) que le
da fin y que juntas son las anáforas (expresiones que se repiten al principio
de los versos) que son la marca misma de “Aullido”.
Lo que aúlla, entonces, es lo histérico, aquello que perdió la conexión
religiosa–mística. Lo que aúlla es el cuerpo que destrozado sigue llamando a lo
divino.