23/2/13

LO QUE PUBLICA CONACULTA


Hay una desconexión entre lo que el gobierno mexicano edita y lo que se necesita.


Si revisamos las fotocopias de los universitarios mexicanos de todo el país —en ramas de artes y humanidades— queda claro qué libros no son accesibles.


Esto no parece importar al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Lo que los funcionarios de Conaculta hacen es publicar “Buenos Libros”, es decir, una mezcla de obras de sus amigos, epígonos y precursores. Y unas pocas convocatorias.


Lo que los jóvenes necesitan —nuestros lectores más urgentes— no lo edita Conaculta, que se ocupa centralmente de hacer relaciones públicas con el presente y pretérito.


Además, ¿dónde están las convocatorias públicas y transparentes para que se decida cada uno de los libros qué publica Conaculta? ¿O acaso seguirá publicando lo que sus funcionarios elijan mediante sus gustos personales?


Cada libro que publica Conaculta es pagado por los ciudadanos; más del 50% de los cuales vive en la pobreza.


Conaculta debe hacer un estudio de qué libros requieren semestre tras semestre los estudiantes mexicanos, y fijar su programa editorial para cumplir tal demanda.


Apuesto que son principalmente compilaciones panorámicas —colecciones de muestras o secciones clave de obras creativas y analíticas— y libros clásicos, innovadores y actualizados de cada área humanística.


Los jóvenes (y profesores) que en este país —sobre todo fuera de la Ciudad de México— atraviesan licenciaturas (y posgrados) de filosofía, literatura, artes, historia, sociología —las humanidades en general— buscan en las pocas librerías que existen o, mejor dicho, mendigan títulos, que mal se ajustan a cada uno de sus cursos.


Las librerías de segunda son sus mejores aliados y, sobre todo, las fotocopiadoras e Internet.


El gobierno debe hacerse cargo de hacer accesibles los libros que los jóvenes requieren.


En lugar de becar jóvenes para apresurar libros, Conaculta debería alinear todos sus programas, y becar a los jóvenes intelectuales para que preparen —transcriban, traduzcan, revisen, digitalicen, etc.— los libros que esta sociedad necesita.


El gobierno tiene los programas de becarios, una red de librerías —la cada vez más olvidada Educal—, un vasto aparato editorial (no sólo Conaculta sino el Fondo de Cultura Económica y decenas de editoriales estatales) que podría poner al servicio directo de necesidades reales, cotidianas (no las ideológicas, simbólicas que hoy satisface).


Pero lo que elige hacer es encumbrar representantes de las élites de la Ciudad de México.


Por principio, no celebro la llegada de Ricardo Cayuela —otro más del grupo de Letras Libres— a la Dirección General de Publicaciones de Conaculta.


Se trata de otro intelectual conservador que tomará decisiones discrecionales en un país urgido de programas democráticos, sistemáticos, serios.


Viene más y más de lo mismo: reparto del poder.

* *

Link a Laberinto: http://www.milenio.com/suplementos/laberinto

16/2/13

LA BIBLIOTECA DE BABEL Y LA BABA DE LOS LOCOS


La falta de bibliotecas públicas produce enfermedades mentales.

Imagine el lector un área del saber llamada “Babelogía”, iniciada por los llamados “Babelogistas”.

Debido a la escasez de todo tipo de libros, especialmente libros sobre áreas como la Babelogía, si alguien desea conocerla no encontrará los 37 libros escritos por los Babelogistas ni muchos menos las 59 obras importantes que se han escrito sobre la Babelogía.

En el Tercer Mundo esa información la tendrán unos poquísimos profesores y especialistas. Y aquí comienzan las enfermedades mentales producidas por la falta de bibliotecas públicas.

Esos expertos tercermundistas sufrirán males derivados de poseer las fuentes de un saber minoritario, esotérico.

Los jóvenes que quieran saber sobre la Babelogía otorgarán a estas personas —que tienen los libros babelógicos en sus bibliotecas privadas— un poder mágico.

Serán tratadas (negativa o positivamente) como depositarios de una gnosis-secreta, casi inaccesible. Eso las enfermará de ego, avaricia, paranoia.

En el Primer Mundo, no obstante, las universidades se reirán de los expertos en Babelogía del Tercer Mundo.

Las bibliotecas del Primer Mundo poseen todas las fuentes de Babelogía imaginables: las que ya existen y las que se pueden hacer recombinándolas con fuentes afines.

Pero sólo pueden acceder a ellos unos pocos socios. A quienes se les otorga el privilegio de explotar tales fuentes.

Se harán especialistas de la Babelogía —autoridades— que padecerán enfermedades mentales similares a sus colegas del Tercer Mundo.

Sólo que en su caso dominar la Babelogía podría redituar en un futuro gran salario.

Los tercermundistas buscarán admiradores; los del Primer Mundo, no quieren siquiera lectores, para no poner en riesgo su latifundio.

Si hubiera bibliotecas públicas (impresas o electrónicas) o en cada ciudad del mundo fuera posible que cualquier persona consultara, tomara en préstamo, leyera todo lo que quisiera sobre la Babelogía se vendrían abajo en pocos años los privilegios de los especialistas en Babelogía en el Tercer y Primer Mundo.

La Babelogía ya no sería un lujo de los elegidos.

Finalizaría la división de clases posible por la restricción del derecho a la información.

¿El precio a pagar? Las enfermedades mentales que padecen las élites del Tercer y Primer Mundo.

¿El premio? Los bienes salidos de la especulación mágico–capitalista.

Así es como la Babelogía se convirtió en una rama de la bibliografía fantástica y unos pocos monopolizan la ciencia para aplastar a las mayorías.

El capitalismo exige a cada uno de sus esclavos predilectos salvar el propio pellejo.

La prueba de que la Babelogía funciona es que ninguno de los que lee esta página sabe de qué se trata.

La Biblioteca de Babel es un hospital psiquiátrico.

9/2/13

LOS EXCLUIDOS SE VOLVIERON LO EXCLUSIVO


Lo marginal de ayer se vuelve lo cool de hoy.

Artistas o autores excluidos o soslayados en vida, luego se vuelven símbolos de alternatividad, Jet Set.


La mayoría de los curadores, críticos, académicos, lectores, escritores, editores, periodistas, etc., que hoy se identifican con marginales muertos, si hubieran vivido junto a ellos también los hubieran despreciado.

¿A qué se debe que los excluidos se vuelven Lo Exclusivo?

A que a las clases estéticas nos gusta, oh, La Distinción.

No queremos ser como la perrada que tiene gustos culturales obvios. Queremos Lo Distinto.

Para eso mucha gente compra arte: para distinguirse. El arte otorga mayor clase espiritual, intelectual, alta cooltura.

Como la Poesía, la que nos Refina. O la Academia, que nos Educa. Y la Música, que purifica el ruido de la Tribu.

O el Cine Culto. Los olvidados ¡qué buen Buñuelo Intelectual!

Los andrajosos, outsiders, apestados o raros del pasado se vuelven oportunas “joyitas”, lujos–retro de los que quieren distinguirse mediante consumos diferentes a los del Vulgo Culturoso y Mainstream Meado.

Ese fenómeno queda evidenciado cuando las mismas comunidades que gustan de los raros y marginados del pasado, desprecian a los marginados y “raros” de este momento.

Ni los voltean a ver. No saben ni de quién hablo. Dirán: este tipo lo dice por “provocar”, “polemizar” y “joder”, ¡inventa!

El verdadero reto es reconocer el valor de quienes hoy no aparecen en las revistas, suplementos, editoriales, disqueras, menciones o salas.

Pero no para explotar su imagen, hacer dinero y convertirlos en un nuevo producto vendible, presumible como Gran Descubrimiento, un trampolín más en su carrera de Cazador de Talentos o, peor aún, Secreto–de–Unos–Cuantos.

Quizá la lección que los grupos culturales pueden extraer de haber ignorado en el pasado obras que hoy les parecen Nice es entender de qué manera siguen activos los patrones de juicio que nos hacen ignorar a otros HOY.

Y ya no heredar el desprecio y, por ende, lo próximo Retro–Distinguido.

Lo más lamentable de todo este proceso de uso y reciclamiento elitista de los marginados muertos es que cuando los Elitistas Reconocidos los usan para Coolificarse un poco más, los Meta–Elitistas —es decir, los Elitistas que desprecian a los Elitistas–Conocidos–Por–Todos— dicen “ah, esos marginados muertos son un puro mito, una modita pasajera, yo por eso no me mezclo con tales FetiChistes”.

O los que se creían dueños del Gran Secreto, al verlo difundido, digan “oh, no, nos ha robado nuestro tesoro la chusma advenediza”.

La tragicomedia pin–pongnera del Clasismo Intelectual es que los marginados muertos suelen quedar atrapados; otra vez en entredicho.

Pero eso no es una ley. Eso puede cambiar. La clave son los jóvenes sin prejuicios, y los hay, y son muchos.

2/2/13

EL RE-CENTRALISMO Y TIERRA ADENTRO


¿De verdad la revista Tierra Adentro de Conaculta se desarrolló para descentralizar la literatura mexicana?

Desde su primera época, ha consistido en una “permanente conjunción de autores y artistas mexicanos consagrados con jóvenes mexicanos, la gran mayoría de provincia”, como escribió Víctor Manuel Cárdenas en 2004–2005, al recordar los 30 años de la revista.

Tierra Adentro ha publicado a los “grandes” y a las “promesas” de eso que algunos se empeñan en llamar “provincia”, como por nostalgia de la Colonia.

Por desgracia, la revista nunca quiso dejar ir el paternalismo y cumplir cabalmente su misión: descentralizar e impulsar la literatura joven democráticamente.

Pero si la revisamos en los años ochenta y noventa, hay apariciones significativas de escrituras ex–céntricas o nuevas: literaturas diferentes.

E incluso en tales mejores momentos, se aferró al centralismo. Véanse sus portadas e índices: primero Los Maestros.

Su tradicionalismo creció en la última década; como para desandar camino y reencerrar todo en el viejo modelo arborescente, como su logo actual ilustra ¿involuntariamente?

Hoy en Tierra Adentro se leen, sobre todo, autorías muy reconocidas. Y a nadie parece importarle esa incongruencia.

No faltan reseñas de libros de editoriales transnacionales. 

El perfil de Tierra Adentro ya es indistinguible de las revistas mainstream.

Los descubrimientos o las novedades han decrecido y cuando aparecen lo hacen en una esquina de la revista o rodeadas de lo canónico.

Por otro lado, como retrato de las artes jóvenes en todo el país, Tierra Adentro nunca ha sido sistemática.

Tierra Adentro ya es otra sede más del Canon Hecho en Cd. de México; una remezcla —incluido diseño cool— de Letras Libres, Nexos y La Tempestad.

Por cierto, con sus mismos reseñistas, y pagada con presupuesto público.

La revista parece haber renunciado casi completamente a su proyecto inicial: la descentralización, que hoy cumple menos que nunca. ¿Por inercia? ¿Olvido? ¿O, de plano, amor al Centro, al Canon y al Gran Árbol?

Debe acabarse la presencia pastoral de los consagrados por la crítica y las editoriales dominantes. Tales autorías no deben publicar ahí.

Tierra Adentro debería ser para menores de 35 años —sin necesidad de padrinos o madrinas—; ser una revista realmente de poesía y narrativa jóvenes.

Respecto a la crítica, ya no debe reseñarse (o conmemorarse) literatura canónica nacional o extranjera, como hoy ocurre.

Tierra Adentro podría difundir libros de editoriales pequeñas y colecciones locales; novedades y rescates de las diversas geografías mexicanas.

Ser una revista con criterios de colaboración transparentes.

Pero lo más probable es que Tierra Adentro siga siendo otra capital más donde el canon se auto-administra, y se manifiesta en grande lo que hoy domina: el Re-Centralismo.