* Publicado en suplemento cultural Laberinto de diario Milenio, México, 16 de agosto de 2014.
EL SUEÑO LATINOAMERICANO
Uno de los secretos mejor guardados de la literatura mexicana es que realmente no se identificó con la literatura latinoamericana.
EL SUEÑO LATINOAMERICANO
Uno de los secretos mejor guardados de la literatura mexicana es que realmente no se identificó con la literatura latinoamericana.
De no ser por el idioma, el
escritor mexicano estaría tan aislado del resto del continente como el 99% de
los autores norteamericanos.
AFP |
Si bien Paz tuvo perspectiva
internacional (ausente en sus epígonos), debido a la disidencia geopolítica del
latinoamericanismo no se identificó plenamente con ese proyecto. Paz era de derecha
que no soportaba saberlo (ser paceano, ni siquiera sospecharlo).
Washington no aprobó la
identidad post-nacional latinoamericanista asociada a un sentimiento de alianza
intelectual con movimientos de liberación, socialismo, antimperialismo,
indigenismo y rebelión popular.
USA (veladamente) y PRI
(presupuestalmente) promovieron que el intelectual mexicano no se identificara
con el latinoamericanismo.
Nacionalito se veía más bonito.
Así se evitó que fuera
latinoamericanista y (ya caduco) fuese hecho (¡pidiera ser!) globalizado.
Diferencia: el mercado se
sintió atraído por el Boom; el post-Boom se sintió
atraído por el mercado. Similitud: el mercado.
Vargas Llosa es el puente entre
ambos periodos (y editoriales y premios cada vez más irreales).
El post-Boom
—estéril en grandes obras— ya no fue una combinación de identidad nacional-literaria
y latinoamericana sino de identidad nacional-literaria y mercado.
El post-Boom ya
no quiso ser parte del sueño bolivariano o la utopía socialista sino de la
ilusión del mercado. El bajo nivel de esa aspiración colaboró con la
inferioridad de su lenguaje.
Los intelectuales no son
importantes en el proceso geopolítico real. Además, la derecha geopolítica tuvo
mediana suerte: no generó un grupo de figuras intelectuales de talla
suficiente. Los post-latinoamericanistas sirvieron de pausa, no de trofeo.
De todos modos, gobiernos
norteamericano y mexicano consiguieron imponer su política intelectual. Este
proceso lleva décadas.
A nivel individual, ganó el
miedo y la cobardía (disfrazadas de cosmopolitismo y búsqueda de éxito).
A principios del siglo XXI en
México, la intelectualidad se concibe en relación con la competencia interna,
los medios (sobre todo Internet), el subsidio, condecorarse mediante la
editorial anhelada o la (automatizada) identidad nacional-mexicana.
Buena parte de la grandeza que
alcanzó la literatura en Latinoamérica se debió a que quiso ser literatura
latinoamericana; la grandeza de ese sueño fue la fuerza que impulsó a la
poesía, ensayo y narrativa de más de un siglo.
Pero el sueño latinoamericano
era frágil y peligroso.
Estados Unidos decidió que
cuando la literatura latinoamericana despertara de la ceremonia de premiación,
el sueño ya no estuviera ahí.
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