"Archivo Hache" es mi columna en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La columna de este sábado apareció el 5 de septiembre del 2015.
Sabemos que hay una crisis del arte y la literatura, entonces, preguntemos: ¿hay responsables? Si los hay, ¿quiénes son?
DE LA CRISIS A LA CRITICA
Sabemos que hay una crisis del arte y la literatura, entonces, preguntemos: ¿hay responsables? Si los hay, ¿quiénes son?
La mayoría de los artistas son aún peores
que los museos. Cuando un artista ataca a los museos (repitiendo clichés
vanguardistas), hay que preguntarle qué sería del arte si no fuese resguardado
por museos. Las únicas obras de arte que cuidan los artistas son las suyas.
¿Y qué obras suyas? Las que no han podido
venderse.
Concuerdo que los museos son casi un asco (cuando un niño o joven
acude, el museo queda momentáneamente redimido); pero sólo podemos enjuiciarlos
(como a galerías y especuladores) si al mismo tiempo admitimos que muchos
artistas son también nauseabundos.
¿Y la crítica? Recordemos esto: el ego
artístico fue construido por el mismo (in)mundo que construyó el super-ego de
los críticos.
Sin embargo, nadie en su sano juicio
podría decir que el arte es una mierda. Cualquiera que haya entrado en
prolongado contacto con el arte, sabe que uno de sus efectos es convertirte en
un militante contra del mundo del arte.
Es un gran enigma que a pesar de ser
material y espiritualmente hecho por artistas y cuidado por instituciones que
son un asco, el arte sobreviva a sus gestores.
Algo similar sucede con la literatura.
Los escritores, con mucha razón, denuncian a la academia (por escribir mal y
también ser una élite); ¿pero qué sería de muchas obras literarias si no fuesen
leídas en las universidades?
¿Quiénes son peores? ¿Los escritores que
sólo piensan en nutrir su ego o los académicos que usan a los libros para tener
un puesto? A la mayoría de los Humanistas sólo les importa su propio culo.
¿Y los lectores? A la literatura la
compran, consumen y, finalmente, ponen en sus estantes y los más posmodernos,
le toman foto y suben a sus redes.
A la mayoría de los lectores sólo les
interesa que los libros sean accesibles y baratos. Y si son libros
electrónicos, que sean accesible, breves y gratuitos; en suma, los lectores
piden que las obras literarias sean prostitutas espirituales de clase alta
(pero al alcance de su tiempo y bolsillo). Eso es todo. Next.
Los responsables de la crisis del arte y
la literatura, entonces, son los artistas y los escritores. La sociedad, el
Estado o el mercado jamás harán nada por el arte.
Somos los escritores y los artistas
quienes debemos hacer una autocrítica radical en este siglo para que no sea
erradicada la imaginación disensual.
Nosotros debemos encargarnos de la
crítica. Y debe quedar claro que esta crítica no debe ya ser sobre objetos
(“obras”), tal como quiso el capitalismo para saber qué productos estéticos
deben ser celebrados y consumidos por ser los más más bonitos, sino una crítica
de sujetos.
Pasar de la crítica de objetos a una
crítica de sujetos, por supuesto, entraña un peligro: reducir la crítica a la
moral.
Y un desafío tremendo: volver a la crítica estética una parte de la ética.
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