21/7/12

LO QUE KRAUZE NO PUEDE ACEPTAR


Quizás Enrique Krauze es el intelectual mexicano que más notoriamente ha defendido aquí y en el extranjero la índole “democrática” de la pasada elección.
 
En su artículo “La degradación de la palabra” (Reforma) responde al señalamiento de que sus ideas se deben a su vínculo con Televisa y el régimen.

Dice Krauze: “Según esto, nadie piensa de manera autónoma sino siempre en función de intereses materiales. Pero si todo pensamiento está determinado por una adscripción social o económica, no existe el azar, la libertad, la verdad objetiva, las leyes científicas. Se trata de un pensamiento contradictorio porque la perentoria frase de Lenin implica la afirmación de una verdad no relativa. ¿Desde dónde emiten esa Verdad sus detentadores? Desde una supuesta ‘representación’ del pueblo oprimido”.

Su alegato es inconvincente no sólo por la ceguera o complicidad de Krauze con una elección visiblemente fraudulenta, sino por su carácter múltiplemente falaz.

De entrada, la idea no es de Lenin sino de Marx. Pero discutirla vía Lenin le sirve para connotarla dogma.

Luego da un salto lógico y dice que si todo pensamiento es socio-económico, entonces no existe azar, libertad o ciencia. ¿Se puede mejor falacia?

Además tergiversa alegando que criticarlo implica que el crítico dice tener la Verdad libre. Al contrario: lo que el marxismo crítico pide es que todo intelectual reconozca que sus ideas derivan de su posición social, económica, política.

Krauze se defiende de una crítica o que no ha leído, o que no ha leído bien o que descarta por no convenir a su postura de derecha que, por cierto, Krauze no acepta.

Dice el sociólogo Pierre Bourdieu sobre el tipo de intelectual que en México encarna Krauze: “En contra de la ilusión del ‘intelectual sin vínculos ni raíces’, que es en cierta forma la ideología profesional de los intelectuales, yo señalo que, como detentores del capital cultural, los intelectuales son una fracción (dominada) de la clase dominante y que muchas de sus tomas de posición en la política, por ejemplo, provienen de la ambigüedad de su posición de dominados entre los dominantes”.

Esto lo dijo en su célebre entrevista “¿Cómo liberar a los intelectuales libres?”.

Al negar el carácter social, ideológico, de sus opiniones y posturas, Krauze recurre al sofisma señalado como típico del intelectual de derecha ¿consciente?, ¿inconsciente?: mientras en todos los demás humanos las ideas son relativas a la circunstancia social de quien las construye, en Krauze la verdad se cree ajena al mundo material.

El intelectual-sin-adjetivos no puede reconocer que hablar nunca es neutral.

A Krauze le serviría aceptar que lo que dice y omite decir se debe a su puesto político.

Todos lo tenemos. Desde ahí somos, pensamos, coexistimos.