24/11/12

MEMORIA DE MIS TRES TWINKIES TRISTES


La semana pasada escribía del email como ya anticuado, venido de otra época, ya sin novedad. Tan anacrónico como el Sci-Fi.

Apenas apareció mi texto, ese mismo sábado se anunció la extinción de los twinkies. Se va la compañía Hostess.

Vi la noticia en la tele y corrí a la tienda a comprar tres twinkies tristes.

Miles de personas lo hicieron. En México se le llama “submarino”, pero ¡un twinkie es un twinkie! Repulsivo, empalagoso, nauseabundo. No sé cómo los twinkies me gustaron tanto de niño. Supongo que era porque sabían como los mocos.

No faltará quien use twinkies en su novela, como algo entrañable, toque de época, pues, todo este planeta, la novela busca trucos baratos para sobrevivir.

No digo que la novela vaya a morir, al contrario, creo que la novela vive una gran época retro, y muchos editores la sienten en riesgo, y para emocionar a novelistas y lectores inventan premios que jurados entregan a escritores con los que se emborrachan o, al menos, fueron lo menos peor.

En muchos salones ya nadie lleva fotocopias. Casi todos tienen su Mac. Desde hace mucho la PC se reserva a las personas que se resisten al cambio.

¿Los cd’s? ¿Los dvd? Han pasado de moda. Hace poco un amigo me explicó que algunos productores de música han recurrido a los cassettes para darle cierta chispa a la industria.

Yo coleccionaba estampillas, ¡un filatelista!, y desde los 90’s sabía que las estampillas morirían. Esa época ya llegó para algunos países. Comprar estampillas es cada vez una de las últimas oportunidades de hacerlo. ¿Será?

A lo que voy es que vivimos en el siglo XXI pero todavía estamos en un mundo de cosas del XX, y ese montón de cosas agoniza lento, muy lento.

Aguantan. O son reemplazadas por nuevas tecnologías o variantes que pronto también envejecen. Nuestra época se distingue por sus ruinas de plástico reciclable.

En académicos o estetas, digamos, ya no se juzga interesante al posmodernismo. Ya fue. Pero ahí sigue, como la deconstrucción.

A nuestra época le falta un gran invento. Ya fuimos a la Luna, ya vimos (y arrumbamos) la tele, ya engordamos en Internet, y todos los mass media ahí la llevan, dos tres. Algo sucede y es muy extraño.

Estamos viviendo entre puro retro, tenemos ya desde hace mucho una vida vintage.

Y lo más retro-jodido son las guerras, la policía, los narcos, todo eso que viene del pasado (con todo y ropa) y no quiere irse, como el mariachi y esa música, vieja, repetitivo, todo eso que debió morir junto a Siempre en domingo.

He cruzado los dedos. No quiero que nadie rescate o rehaga a los twinkies. Quiero conocer la experiencia de algo que se vaya para siempre, no nos deje su esqueleto, ni fotos, ni ebay para comprarlo de vuelta.

Quiero —como he querido pocas cosas en la vida— que de verdad esos hayan sido mis últimos tres twinkies tristes.