17/11/12

YA ESTUVO BIEN DE EMAILS


No escribiré sobre el “fin” o “crisis” del libro sino de la nueva vejez de otro medio: el email.

Se puede alegar que el email apareció en los setenta o antes. Recientemente incluso Noam Chomsky debatía quién y cuándo se inventó el correo electrónico, pero realmente —vocablo cada vez más irreal— se masificó en los noventa, lo que significa que muchas personas ya llevamos dos décadas de imeyleo.

Y estamos francamente hartos del email.

Justo cuando todos celebrábamos que otra vez hacíamos cartas, y que otra vez la escritura era crucial para la humanidad y bla-bla, de pronto ya todos prefieren subir otra foto más o apretar el botón de “me gusta”, y luego bostezar.

No queremos decirlo, suena arrogante —como si recibiéramos muchos emails, y no nos interesara contestarlos— pero el ser humano no puede tolerar tanta obligación virtual. El email ya es una rutina. Otra pequeña burocracia del día a día.

Si alguna vez el email nos emocionó —pegados al monitor esperando la llegada del email que cambiaría nuestra vida o, al menos, nuestro weekend de calentura—, veinte años después el email ya no es lo mismo.

Envejeció el chat, incluso chocheó el blog y, en general, Internet ya usa bastón.

Si aún se puede alegar que las redes sociales tienen su encanto, el email, en cambio, se ha convertido en una carga. Ya muchos prefieren comunicarse por Twitter o Facebook. Bueno, incluso un mensaje por celular es preferible a la monserga de revisar el email.

Con este siglo, nació el sueño de abandonar para siempre nuestra existencia electrónica y tirar la @ al mismo museo donde está el hula hoop, el Atari y el fax.

No tener que contestar correos jamás. Ni iniciar cadenas de mensajes que hemos enviado cientos de veces, más o menos con las mismas palabras al inicio, en medio y al final.

Sospecho, no obstante, que aunque el email ya perdió su aura, persistirá. Se ha vuelto parte del Trabajo y el Hogar.

Ay, el E-mail, otra Vanguardia que se la lleva la Tiznada.

Así que ahora muchos no tenemos más remedio que usarlo como usamos el metro o Correos de México: con ganas de no tener nada qué ver con algo tan lento y quitatiempo.

Además de oldie, el email es un medio de comunicación hiper-neurótico. Al basarse únicamente en texto plano, sin el tono de la voz que ayude a entenderlo, el sentido de lo dicho es determinado por la expectativa emocional en la pantalla, lo cual facilita mil interpretaciones negativas.

Las peores de todas son las que se generan cuando uno no responde un correo, algo que casi todos tomamos como Gran Ofensa.

“Tanto que le escribí y no me contesta siquiera con una línea”.

Desde hace años, cada vez que termino de teclear mi contraseña y comienza a abrirse mi cuenta, suena en mi mente aquella canción de Cri Cri que dice: “Toma el llavero, abuelita, y enséñame tu ropero”.