Si hay un nuevo protagonista es Juan Villoro, que institucionalmente ha sido colocado como la estafeta del intelectual mexicano protagónico, después de Paz, Fuentes y Monsiváis. Jorge Volpi (ahora) resuena cerca y Enrique Krauze es la sombra paceana sobreviviente.
Entre los escritores vivos consagrados hay tres figuras insistentes: Mario Bellatin, Élmer Mendoza y Guillermo Fadanelli. Pero la crítica señala menos entusiasmo por ellos que por los sucesores.
Las tendencias son claras. En poesía, Luis Felipe Fabre es considerado el mejor poeta mexicano nacido en los 1970. Fabre es repetidamente señalado como el nuevo portavoz de la tradición poética nacional mexicana.
En narrativa, los críticos llevan años coincidiendo en que las voces determinantes son Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue, Valeria Luiselli y Antonio Ortuño, Yuri Herrera y Julián Herbert, Guadalupe Nettel y Alberto Chimal, Carlos Velázquez y Daniel Espartaco, Tryno Maldonado y Daniel Krauze.
En la crítica, el autor que se colocó en los últimos años al centro fue Ignacio Sánchez Prado —ensayista nacional y académico mexicanista en Estados Unidos— cuya posición indica que será colocado como autoridad nuclear de su generación (nació en 1979). Otra referencia frecuente es Geney Beltrán Félix.
Otras autorías que recurrentemente aparecen en listas y menciones son, por ejemplo, Xavier Velasco, Luigi Amara, Rogelio Guedea, Luis Jorge Boone, Luis Vicente de Aguinaga, David Miklos y Rafael Lemus.
En el terreno de la academia (literaria) mexicanista dos nombres que aparecieron una y otra vez fueron José Ramón Ruisánchez y Oswaldo Zavala.
En crítica de arte, indudablemente, la nueva firma más influyente y discutida es Avelina Lésper, cuya posición anti-arte contemporáneo ha sido sistemática.
La institución de gobierno fundamental para la mayoría de los nombres anteriores ha sido el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, hoy al servicio de Peña Nieto.
Las revistas culturales mexicanas hegemónicas siguen siendo Letras Libres y Nexos.
Si hay tres editoriales que en el 2013 se reiteran como aquellas cuyas novedades mexicanas hay que adquirir son Anagrama, Sexto Piso y Almadía y, definitivamente, las llamadas editoriales independientes desplazaron a las transnacionales como referentes.
Los suplementos que en el 2013 influyen en el medio literario son Laberinto (de Milenio), el reaparecido Confabulario (de El Universal) y, algo rezagado, La Jornada Semanal (de La Jornada).
No elaboro esta lista a partir de mis gustos literarios; sencillamente quiero informar a los lectores de referencias regulares que la crítica, medios, instituciones de gobierno y empresas culturales consolidaron en el 2013 como representantivas.
En el 2013 ya hay un claro pre-canon. Anoto aquí los nombres.