Rafael Lemus denuncia que Letras Libres
está “ocupada en censurar toda práctica de izquierda”. Pero si hubo una nueva
práctica de ese grupo en el último lustro fue declararse de izquierda.
Enrique Krauze, director de la revista, dijo:
“El camino debe venir de la izquierda” (Reforma, 21/3/2010). Su
hijo, León Krauze, quizá fue el primer colaborador joven en anunciarlo: “Soy, pues, un hombre de izquierda. Y en México soy un huérfano político” (Milenio,
9/12/2009).
Uno de
los legados de Ebrard fue hacer posible a una generación de intelectuales mexicanos
decir que él y ellos eran de izquierda. El proceso viene desde el “liberalismo
social” de Salinas.
Este 5 de diciembre, Rafael Lemus se declaró de
izquierda. Lo hizo en carta abierta a E. Krauze para renunciar al consejo de Letras
Libres y denunciarlo públicamente por censura.
El término es vago. Pareciera que Lemus dice que
Letras Libres reprueba (censura) toda manifestación
política o cultural de izquierda.
Pero líneas abajo acusa a Krauze de algo más:
“Se me ha dicho que puedo expresar mi disenso —siempre y cuando no sea
radical”.
Para
los historiadores, esta carta es un documento que confiesa cómo se
autocensuraba el grupo paceano.
Obviamente,
en su carta Lemus omite recordar que por más de un centenar de colaboraciones y
más de una década en Letras Libres, aceptó tal censura.
En la
primera década del siglo, Lemus fue el vocero oficial joven de la crítica
reaccionaria nacional. Por más de un decenio, usó su foro en Letras
Libres para elogiar la estética hegemónica y censurar manifestaciones que
la rebasaban.
Todo un
acervo de artículos, reseñas, podcasts, etc., lo documenta.
¿Qué
sucede hoy? Lemus abandona el barco que lo fabricó intelectualmente porque ese
barco intelectualmente se hunde.
El
grupo paceano está en crisis interna. Los miembros menos comprometidos con el
viejo legado (y suficientemente ya capitalizados) hacen maletas.
La
carta de Lemus es una cortina de humo para atribuir a Krauze lo que durante muchos
años Lemus aceptó, incluidas la “censura” y las “cruzadas” contra los
opositores de ese sistema.
Por
muchos años, Lemus aceptó las reglas del juego: derechismo político y estético.
Una
parte de la opinión ciudadana rebasó esa línea, la crisis interna creció y Lemus
ahora busca otro puesto político, dice, en la “izquierda”.
La
carta nos permite conocer directamente el contrato ideológico que mantuvo un
colaborador duradero de Letras Libres con el sistema que lo
fabricó y el modo en que busca conservarse diciéndose ya-no-conservador.
Lemus nos muestra que el
intelectual ex-paceano teme que su sistema se caiga.
Leyendo los signos de los
tiempos, ese intelectual se deslinda de su propia historia, de su propio
génesis.
Como neo-progresista oficial,
Lemus apuesta por un viejo par de valores: solapamiento gremial y desmemoria
general.