La semana pasada resumí cómo la crítica literaria mexicana se tapó ojos, oídos y boca ante teoría radical mundial. Pero, ¿qué anhela hoy importar?
Octavio Paz dirigía la visión literaria en México. Y tachó la poesía norteamericana contracultural y sus lectores (“nuevos acólitos” les decía).
Tuvieron que pasar años de su muerte, para que paceanos (de tercera generación) se acercaran a la poesía norteamericana.
Los viejos paceanos siguen desdeñándola (y a la izquierda asociada a su ala radical). Pero los más jóvenes ahora sienten curiosidad; saltándose, claro, toda la poesía norteamericana que realmente pone en crisis el canon.
Además, la tradición literaria mexicana está desgastada; se hizo repetitiva debido a su cerrazón, clasicismo (y clasismo) y dar la espalda al desastre social. Se volvió inevitable que el avestruz sacara la cabeza del hoyo.
Sin el embargo poético que impuso Paz a los productos contrapoéticos foráneos, desde hace ya varios años reaparece el interés por la poética norteamericana. La literatura mexicana esperó que Paz muriera para no tener que enfrentarlo.
Los escritores mexicanos, entonces, voltean fuera (hasta hoy) para no hacer la autocrítica interna pendiente.
La principal condición estructural que ha impedido la democratización y renovación de la literatura mexicana es la concentración del poder intelectual (homogeneizador) que tienen ciertos líderes sindicales eternizados, que impiden cambios de fondo (a todos los niveles).
Por ejemplo, los jóvenes poetas y prosistas no se atreven a romper con Enrique Krauze —heredero del aparato de Paz—, y para huir de la angustia de esa ruptura, el que no se hace guaje se hace pato o, por lo menos, cambia de plática.
Nótese, además, que el interés en la literatura norteamericana reciente es muy conveniente: después de décadas de experimentalismo políticamente progresista, mucha escritura estadunidense actual dio pasos atrás.
Retomar el contacto con Estados Unidos es ahora ideal: los jipiosos contraculturales ya fueron sustituidos por posmodernos exquisitos.
En el siglo XXI, el experimentalismo se despolitizó de modo muy astuto. Por eso poetas hispánicos conservadores se interesan hoy en ubu.com.
Antes las Letras Patrias necesitaban repeler la influencia yanqui; hoy —para mantener el poder— necesitan baños de novedad y cosmopolitismo traído de los Estados Unidos Chic–Retrógradas.
El prestigio que se solía buscar en Paz hoy se busca en Podcasts.
Observen cómo —paulatinamente— la nueva literatura mexicana está cambiando de referencias ¡para no cambiar de estructura!
Cede el petróleo doméstico para asegurar el poder transnacional.
La nueva literatura mexicana emplea varias tácticas para evadir realizar la autocrítica urgente.
Una de sus evasiones favoritas es la hamaca del McExperimentalismo–Nafta.