Las sociedades ocultan sus verdaderos relatos,
ocultan la forma de contar su vida, imaginarla, quererla. El porno es una forma
de imaginar a los otros.
No es ningún secreto el vínculo de Internet y el porno. Al menos 10% de los websites, la tercera parte de los downloads, la cuarta parte de las búsquedas y el 42% de los internautas corresponden al porno. En China la industria del porno genera anualmente 27 billones de dólares de ganancias, cifra que podría aliviar durante un año al 62% de los hambrientos a nivel mundial. El porno es un poder.
El porno es un modo de narrar, un modo de imaginar la experiencia.
El porno es una narrativa donde lo principal es el sexo y la dominación. La mayoría del porno es machista; es un género narrativo pro-patriarcado.
El porno, las guerras y las religiones son maquinarias dedicadas a entrenar al cuerpo humano a fantasear la existencia de acuerdo a valores de épocas temerosas, jerárquicas y violentas. Someter.
El porno es un proyecto político para vincular el placer con el Control.
En el porno, la mujer sirve para dar placer y tiene placer de dar placer. Casi todas las mujeres del porno son siervas del macho, adoratrices del falo, el gran dios del porno.
El porno hace escenas —sobre todo videos, y luego relatos— cuyo objetivo es producir masturbación. El porno es paradójico: se trata exclusivamente del sexo y, sin embargo, el porno se diseña y usa para cuando no queremos o podemos tener sexo.
Los personajes de las obras porno nos ayudan, provocan, guían al orgasmo.
La estructura narrativa del porno es la de una fantasía húmeda. El porno no es demasiado verosímil. Incluso cuando se trata de porno realista —digamos, grabaciones de varones que convencen a mujeres a tener sexo—, finalmente narra situaciones inusuales, y donde la mujer generalmente es vista como prostituta.
El porno nos dice que un número amplio de seres humanos —¿mayoritariamente varones?— desean tener sexo sin necesidad de emociones o seducción.
¿Está el hombre fantaseando en el porno todo el sexo que la estructura social no le permite?
¿Narra el porno los deseos más profundos de millones?
Si se cumplieran los deseos del macho, ¿sería la vida una secuencia de escenas porno?
¿Serían las mujeres transformadas en cuerpos destinados a satisfacer sexualmente a los varones? Y entre escena y escena, ¿qué haríamos?
El porno no parece conocer la respuesta: apenas termina una escena de sexo, pasa a otra, no sabe qué hacer con los personajes cuando no se ocupan de buscar o tener sexo.
O quizá el ser humano no quiere que la realidad se parezca a las leyes narrativas del porno. Por eso lo ve en secreto.
Quizá el porno es una manera de imaginar, sentir y gozar que imperó en el pasado y ahora apenas existe en privado, como fantasía regresiva.
Quizá el mundo del poder porno se está acabando.