30/3/13

¿ERES INFRARREAL O REALEZA DE LAS LETRAS?


Hace poco difería con el trato de Luis Felipe Fabre hacia el infrarrealismo de Mario Santiago Papasquiaro en Arte & Basura, cuyo prólogo estima y ningunea obra y figura de Papasquiaro, desde un puesto superior en que el poeta-salvaje resulta defectuoso y fascinante. Fabre es sólo la punta del iceberg-pirámide.

En Letras Libres de marzo, una reseña de David Medina Portillo intensifica este modelo. Si para Fabre, Papasquiaro es un invento de Bolaño y sí mismo; para Medina, es un invento de Bolaño y Fabre.

“Papasquiaro es una leyenda alentada por Bolaño, un mal sueño de Ulises Lima que —mira tú— no acredita en Anagrama. Un bardo… convulso entre lumpen y dadá, envuelto hoy en el incienso de una mistificación que subvierte al intratable en víctima: nuestro olvidado en la república de las letras… solo gracias a la ‘curaduría’ de Luis Felipe Fabre, [Arte & Basura] es el capítulo más reciente y más pretencioso de esta mistificación”.

Esta aPAZionada caracterización lleva a Medina a definir la poesía de Papasquiaro como un “crispado desdén, precisamente, a la literatura y sus instituciones”; sorprendente (y no) eco del discurso de PRI y PAN contra el “anti-institucionalismo” de AMLO.

Los gustos literarios como campanas y vectores de campañas y victorias políticas.

Para Medina, Papasquiaro es un “impresentable resuelto en artista conceptual, por si las moscas”. Y anuda el resurgimiento de Papasquiaro con una revisión de la historia literaria mexicana. Y opina que debemos dejar esta Historia en Paz.

Existe un aparato estético decidido a no reconocer lo que no proviene de sus clases o ideales sociales. Diré tres directrices suyas.

La primera es juzgar que el sujeto-otro es irreal. A autores que retan el orden de castas estéticas, se les concibe como “irreales”: mitos, modas o fabricación. Para esta crítica solo las clases estéticas altas son reales, mientras que los otros son sub-reales, infrarreales. Solo la Realeza es Real.

Una segunda directriz es juzgar personas y obras de distintos grupos desde los criterios estéticos del grupo en el poder, cuya estética concibe a la poesía como purificación de las palabras de las tribus urbanas, rurales, regionales, indígenas, políticas, no-masculinas o migrantes.

Una tercera directriz es el gesto de defender la Literatura contra una supuesta mayoría (y creciente) vulgarizante: bellacos que amenazan la Belleza. A quienes hay que ponerles Alto.

Desde esta poética como clase superior, las poéticas vinculadas con lo Bajo —desde el estridentismo hasta los poemínimos—  son despreciadas como inferiores a las poéticas —desde los Contemporáneos hasta lo post-norteño– que presumen o ejercen separación o burla hacia la vulgar y bárbaro.

Para cierta crítica, Poesía es Elegancia. Lo Otro: Efímero & Salvaje.

Hay literaturas que insisten en ser ramas de la división de clases.