En la portada reciente de la revista Quién,
aparece Vargas Llosa y la leyenda “’Me daba terror tener hijos’. Su entrevista
más íntima. La familia muégano de Vargas Llosa. El Nobel de Literatura nos cuenta
cómo a pesar de ser un niño abandonado, logró ser un padre a todo dar”.
Para Quién,
Vargas Llosa es una celebridad más. La semblanza y entrevista (por Alberto
Bello) ejemplifican cómo se retrata a un escritor neoconservador en revistas
mexicanas del jet set.
Vargas Llosa es
retratado como hombre con “familia muégano” (muy unida) y que tiene más de un
“elemento de telenovela de las malas —o de las buenas— en su vida”.
Por Quién,
los lectores se enteran que Marito —como se le llama— creía que su padre estaba
muerto (pero a los 10 años reapareció).
El entrevistador da
un curioso giro a esta historia central —sintetizada en “padre autoritario, a
quien creía muerto, regresó”— al llamar al progenitor de Vargas Llosa “La
‘dictablanda’ paterna”.
“Dictablanda” fue el
eufemismo que Enrique Krauze usó en el Encuentro Vuelta (1990) para atemperar
el término “dictadura perfecta” dicho por Vargas Llosa —y que hizo enojar a
Paz— para calificar al PRI.
Un cuarto de siglo
después, en Quién se cruza (y krauzifica) la historia del
retorno del PRI y la del retorno del padre de Vargas Llosa. Y muestra a
un Vargas Llosa que se ablandó, y piensa que México ya no vive una dictadura
perfecta sino una “democracia muy imperfecta” que se caracteriza por un “juego
democrático libre, elecciones libres” y que es “un país que va en buena
dirección”.
También nos enteramos
del cambio de vestuario que hizo Vargas Llosa para la entrevista, de la
exposición de su hija (fotógrafa), del puñetazo a García Márquez y de su safari
a África (con todo y león de fondo).
La pieza es
involuntariamente cómica. Por un lado enfatiza que Vargas Llosa educó a su hija
“como niño para que aprendiera a valerse por sí misma” y, por otra, recuerda
que la esposa de Vargas Llosa lo considera un varón que solo es bueno para
escribir (es decir, no se vale por sí mismo) y ella se hace cargo de todo lo
demás.
Podría parecer que Quién
se burla de Vargas Llosa pero más bien el chascarrillo fue accidental.
Desde un punto de
vista literario, el perfil de Vargas Llosa resulta penoso e incongruente. Se
trata de un tipo de retrato que la literatura moderna constantemente ha
revelado como falso, burgués, simulado, mentiroso.
Vargas Llosa como
caballero de clase mundial, familia ideal, opiniones políticamente convenientes,
éxito y felicidad en flash, en suma, un gran bodrio existencial.
Reinventando a Hegel,
Marx decía que los personajes de la historia aparecen dos veces. Una vez como
tragedia y otra, como farsa. Pero se le olvidó agregar: cuando el escritor
guapo y geek apareció por segunda vez, ya no era Vargas Llosa.
Era Peña Nieto.