Ha aparecido un segundo artículo mío sobre la narcoliteratura que más que ocuparse de las obras identificadas dentro de esa corriente, coloca el lente sobre los propios analistas: ¿qué motivó a críticos literarios y escritores mexicanos a pronunciarse tan tajantemente contra la "narcoliteratura"?
El artículos se titula "Dictadura de la forma perfecta: crítica canónica, narrativa contemporánea y desautorización de lo narcoliterario en México". Ha aparecido en Hispanic Journal (vol. 36, núm. 2, 2015).
(En un anterior artículo titulado "Nomos del Norte. Nuevas tendencias de la recepción de la narcoliteratura mexicana entre medios, academia y gobierno" mostré cómo un sector de la academia que estudia literatura mexicana en Estados Unidos se puede aliar con instituciones de gobierno mexicano, para seguir la lógica centralista y descalificar estéticas que salgan del gusto canónico. También mostré cómo ese discurso académico e institucional re-circula por Internet y otros medios alimentándose mutuamente mediante clichés y prejuicios. Los autores que discutí aquí fueron Vivian Mahieux, Oswaldo Zavala, Ignacio Sánchez Prado e instituciones como Tierra Adentro y sus redes electrónicas y distintos medios virtuales e impresos fuera y dentro de México).
En el segundo artículo que ha sido publicado, realicé un estudio complementario. Aquí lo que me propuse fue rastrear cómo se formaron los criterios de la crítica literaria mexicana que luego sirvieron para descalificar a la narcoliteratura.
Analizo la línea que va de José Luis Martínez y Emmanuel Carballo a Christopher Domínguez Michael y Rafael Lemus, para mostrar su continuidad ideológica dentro de una estética que se logró imponer a los propios narradores contemporáneos.
En el artículo discuto ideas y posturas no sólo de estos críticos sino de narradores como Álvaro Enrigue, Cristina Rivera-Garza, Rogelio Guedea, Yuri Herrera, Antonio Ortuño, Carlos Velázquez, Pablo Raphael y Valeria Luiselli.
En este par de artículos me ha interesado evidenciar que la reacción de académicos, críticos, periodistas y narradores contra la narcoliteratura, en realidad, obedece a la estética tradicionalista que no se ha ido y que, más bien, se ha fortalecido en este inicio de siglo.
Creo que este par de artículos plantean una crítica radical de la academia mexicanista y la literatura mexicana actuales.
Quise hacer esta crítica desde la investigación y el análisis para mostrarlo de modo claro y contundente.
No espero que estos análisis sean comentados ni por la academia mexicanista ni por la literatura mexicana; sé, perfectamente, que deben ignorarlos para seguir funcionando como lo han hecho hasta ahora.
Mi deber, sin embargo, consistió en dejar consignado por escrito qué ocurría en este inicio de siglo; dejar escrito y publicado qué era lo que estaba en juego, verdaderamente, a propósito de la llamada "narcoliteratura" y sus opositores.
* Mayores datos sobre estos dos artículos se pueden encontrar en mi cuenta de academia.edu