"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento sabatino cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. Aquí el link de esta semana.
EL PLOP DEL NEOLIBERALISMO ELECTRONICO
El
neoliberalismo electrónico es el gran ismo de las literaturas de inicios del
siglo XXI.
Su efecto es
convertir al autor en un selfie-entrepeneur
(ego-emprendedor) en viral mercadotecnia de sí.
El libro ya
es sólo parte de la publicidad. El verdadero producto es el escritor-mercancía.
La escritura pasó
a la esquina y los selfies y pics, likes y comments son el
centro de un intercambio de neo-capital selfinanciero y satisfacción
instagramática acelerada.
La “muerte
del autor” ha muerto; hoy vivimos la época del Autor como lifestyle (o estilística de vida) que nos informercializa cada una de sus reacciones, comidas, viajes,
compras, entrevistas, amigos, eventos, listas y ocurrencias.
Al existir diaria y permanentemente en redes sociales, los escritores dejan de hacer
obra. E intercambian renombre siguiéndose
la corriente.
El problema
clave de las redes sociales es que son plataformas y géneros estructurados para
obtener popularidad.
Para ganar
“seguidores”, el escritor se ve empujado a tener puntos de vista palomeables
por su “comunidad” voyeur-clientelar. Cuando esta lógica se prolonga durante
años, se produce un severo debilitamiento de los aspectos críticos con que
contaba el escritor, pues para poder mantenerse dentro de Twitter o Facebook,
ha tenido que gravitar hacia el más bajo denominador común de poses y
textículos.
La literatura
ha sido hecha por disidentes. Y ya no hay disidentes.
Escritores en
aprietos caen en el consenso.
Las redes
sociales homogenizan a los escritores. También mercado y gobierno. Por eso la
crisis actual de la calidad literaria y el auge de los intelectuales light.
Antes se
idealizaba al libro. Hoy se idealiza Internet.
E Internet es
mayoritariamente porno. Y las redes sociales son la grafía del porno.
El
neoliberalismo electrónico consiste en 24 horas continuas de especulación
“literaria” basada en nombres no en
textos; en apostar por carreras, no
en construir una obra; en hacer menciones express, no lecturas reflexivas.
La literatura
desaparece: no hacia algo más radical, como esperaron las vanguardias y contraculturas
del siglo XX, sino que está transformándose en un mercado especulativo bursátil
de subjetividades reactivas hipervinculadas.
Redes de escritor@s inflad@s publirrelacionándose
entre sí.
Al
convertirse en un sistema de especulación financiera, los escritores están ya
sujetos a las leyes de este tipo de mercados neoliberales.
Ya hemos
pasado del Boom (gran literatura absorbida por el mercado) al Crack (literatura
de mediana calidad ofrecida a la especulación estado-mercantil).
Pero del
Crack sigue el Plop: literatura de poca calidad usada para inflar redes de
carreras insustanciales.
Y las propias
leyes de estos mercados especulativos perfilan ahora el momento en que el reality
check haga que toda la Bolsa Inflada de Valores Literarios reviente y
estalle la burbuja: ¡PLOP!