"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La columna de este sábado apareció el 25 de julio del 2015.
LA FUTURA LIT
Internet
y, sobre todo, la consolidación de las formas de sentir del mundo del
espectáculo han transformado a la literatura.
Las
generaciones lectoras que se formaron antes de MTV y la Reality-TV quizá no han terminado de aceptar que las siguientes ya no procesaron la literatura
mediante los sospechosos habituales (libros de Baudelaire, Rimbaud, Neruda,
etc.) Para muchos Millenials, la literatura ya fue otra rama del hype en
una pantalla a mitad del desempleo.
En
el Mundo Warhol 2.0, Dostoievsky primero fue reemplazado por Phil Donohue y
luego P. D. se volvió un inconfesable dinosaurio y sufrió Desert Storm vía
Big Brother y, finalmente, Lady Gaga, aún madame mainstream de lo
Weird-Normal.
El
desplazamiento del texto y del libro a la periferia y el centramiento de la
figura del autor (sobre todo su fotogenia) indica que el núcleo de la
experiencia literaria (tanto del productor como del consumidor) pronto será la
del “escritor” como Celebridad Cultural. El Selfie será el bisabuelo polaroid
del 3D Biopic.
Frida
y Warhol, Picasso y Dalí fueron adelantos. Pero su glamour y appeal,
sin embargo, eran acompañados de genialidad; hoy, ya sin genios técnicos en las
artes, las próximas Celebridades Culturales serán del tipo Kardashian. No habrá
textos; todo será gestos, poses y gossip.
No
habrá rupturas, sólo escándalos. Nadie tendrá influencias; se ocuparán puestos,
crestas y nichos.
En
el futuro l@s autor@s serán elegidos por su look. Sus productos (textos,
cuentas, webs, impresos, apariciones) serán diseñados por programadores,
equipos o instituciones. Todos serán neoliberales sin escrúpulos morfológicos.
Los
críticos serán sustituidos por contratistas; los periodistas culturales por
publirrelacionistas; los editores por curadores y los académicos por multi-tasking
faculty.
Una
vez que la trayectoria reemplace a la obra, lo único relevante de los autores
será su presencia mediática.
La
radicalidad que desearon los modernos será reemplazada por la popularidad
conseguida por los post-post-modernos; la técnica, por el rating.
¿Las
vanguardias? Fósiles. Todo se reduce a seguir tendencias. El creativo,
el comentarista o el consumidor idolatran el falo de la tendencia, aunque sea
un bot.
¿La
“Historia de la Literatura”? Los post-modernos la creyeron rota, los
post-post-modernos la desenterrarán para chupar hasta su último episodio.
Las
obras maestras o simbólicas del pasado serán “apropiadas” (desde el remix hasta
la “engorda”) y, preferentemente, serán subsuelo de fracking.
Debido
a la falta de talento, los lit-artists frackearán todos los textos del pasado,
los explotarán al tope. Y todo retro-grooming será re-animación
Gang-Bang.
Los
propios cuerpos-autores del pasado serán objeto de cosplay.
En este nuevo orden de la post-lit global, Goldsmith y Katchadjian fueron sólo tímidas precuelas. Los Justin Bieber y Kardashian alto-culturales reinarán.
En este nuevo orden de la post-lit global, Goldsmith y Katchadjian fueron sólo tímidas precuelas. Los Justin Bieber y Kardashian alto-culturales reinarán.
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