"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento cultural Laberinto del diario Milenio. La columna de este sábado apareció el 11 de julio del 2015.
* * A translation into English has been published by Guillermo Parra in his Venepoetics.
* * A translation into English has been published by Guillermo Parra in his Venepoetics.
La vida después del Buda Punk
Si Disney prohibió el selfie-stick
es porque ponía demasiada distancia entre el yo y el yo. Para que el sistema se
clone, el yo no debe poner ninguna distancia entre Vil Yo y Vil Yo. Cualquier
distancia amenaza con volverse crítica.
Esta época consiste en ocultar las
verdades de Buda. Aunque el budismo sea un punto alto del pensamiento
terrícola, queremos alegar que esa flecha nunca nos hirió.
La literatura contemporánea es un tour
por parques de diversiones. En las literaturas experimentales, en la veterana
gringa, por ejemplo, Burroughs y Acker ya no serían posibles hoy. Lo punk está
ya prohibido. Ser escritor en la Era Facebook es Portarse Bien: Like! Like!
Like!
Casi todo lo Millenial es detestable: fue
diseñado por los medios. A todo lo que sucede reaccionan con una referencia al
mundo del espectáculo. Cada cosa del mundo les recuerda a una película o un
video.
En la literatura norteamericana
experimental le llaman “post-conceptualismo”. En Latinoamérica y España,
“regreso de la Crónica” o “autoficción”. En uno y otro caso, son fugas de lo
que realmente seguía: la escritura como destrucción del yo, yo y yo.
Selfie, Networking, Retro y Hipster son
las palabras claves de la globcult actual.
Seguían formas de escritura más allá del
autor. Pero la Muerte del Autor fue reemplazada por el Escritor como
Celebridad-Zombie.
Las literaturas del siglo XX llegaron a
un punto de no-retorno y las literaturas iniciales del siglo XXI dieron el
retorno. Vargas Llosa es el mejor avatar. Alguna vez fue un autor del Boom y
hoy es una portada de ¡Hola!
El ojo morado de García Márquez lo
prefiguraba: gracias al confesionalismo de las redes sociales todos seríamos
Varguitas.
No hay cuenta de red social que no quiera
ser ¡Hola! La noción de “obra” ha
muerto por combustión espontánea.
El producto literario ha pasado a tercer
plano. Lo importante es el “autor”. Y el autor es ya su pura imagen.
Lo más importante de los escritor@s
actuales son sus fotografías. El libro es sólo el pre-texto. Lo clave es su
nombre, es decir, su lugar en el networking.
Das click: foto es todo.
Estamos en el primer momento de la
historia de la literatura en que no importa que un escritor produzca obras. Lo
primordial es que su imagen sea popular o, al menos, pivotal en alguna red
literaria virtual.
Lo relevante es que se venda bien en Amazon
o en las cadenas o, en el caso de l@s escritor@s sin éxito protegidos por
alguna institución o clicka cultural, sus posteos tengan cierta relevancia en
su red de Perdedor@s Privilegiad@s.
Nadie será ya Vargas Llosa. Vargas Llosa
mismo no logró serlo. Pero todos pueden aspirar a ser una semi-estrella de un
sector de la Red.
¿Y la literatura? La literatura se
convirtió en una rama de la fotografía fantástica. La fotografía ha colonizado
todos los medios.
El Buda Punk fue sólo un Sueño X. Tómate
un selfie.