"Archivo Hache" es mi columna semanal en el suplemento cultural Laberinto del diario mexicano Milenio. La columna de esta semana se publicó el sábado 20 de junio del 2015.
La literatura mexicana está en Nueva
Zelanda
Los escritores
mexicanos actuales tienden a ser chic@s blanc@s y fresas. Allende está la
literatura heterodoxa de México.
Uno de esos
sitios es el poeta, narrador y crítico Rogelio Guedea (Colima, 1974).
De entrada, su
obra resalta por su compulsividad: cuenta ya con decenas de libros, muchos
realmente notorios.
(Su obra más
reciente es la compilación Historia
crítica de la poesía mexicana. Tomo 1, que quizá desate polémicas públicas
o enojos privados).
Su poesía es
tradicional pero llega a alcanzar una intensa sensibilidad lírica, poco común
en su generación.
En sus
novelas, Guedea se distingue por reinventar mundos mexicanos llenos de
personajes e historias desde un tono de densa cercanía.
Conducir un tráiler, 41 y El
crimen de Los Tepames aguardan ser debidamente reconocidas dentro de la
novelística mexicana actual.
A diferencia
de mucha literatura mexicana, Guedea no escribe desde un drón irónico que sólo
sobrevuela, esquematiza o estiliza la realidad social.
Guedea escribe
desde los nudos entre el lenguaje y el mundo. Escribe boxeando. Escribe desde
el lance o la herida.
Este impulso
asegura que escriba enganchado con las palabras y sus fantasmas. Así es cómo su
literatura logra ser un registro de vivencias.
También lo
pone aparte su relación con la política.
Mientras el
escritor mexicano estándar o se cree apolítico (es decir, indiferente a que
continúe el régimen de la desigualdad) o se limita a opinar abstracciones sobre
la política (nunca tocando poderes concretos), Guedea, en cambio, lleva mucho
tiempo dando luchas desde su periodismo, momentos electorales y redes sociales.
Al revisar su
trayectoria en redes, por ejemplo, sorprende su sistemática denuncia de la
corrupción en Colima (donde estos días se ha consumado un fraude electoral).
Guedea es un escritor directamente politizado.
¿Cómo es que
un escritor mexicano tan excepcional más bien ha quedado fuera de los
(auto)retratos (de familia) del Nuevo Canon literario? La pregunta es ya la
respuesta: Guedea no pertenece a los grupos que simulan ser la mejor literatura
mexicana.
Guedea,
además, vive ahora en Nueva Zelanda, donde trabaja en una universidad y,
probablemente, vive una especie de exilio, porque su combatividad contra
poderosas figuras seguramente le dificultaría vivir en su tierra natal.
Leer sus
libros nos permite escuchar a un escritor que no es un mero emisor de gestos
retro-semióticos en un mercado virtual de literaturas insustanciales, sino a
una voz que escribe desde sus experiencias, obsesiones y destrezas.
Desde los
noventa, la literatura mexicana paulatinamente se ha ido convirtiendo en un dosificado
fraude electoral.
En un lugar
distinto de ese fraude, se sitúa la obra de Rogelio Guedea, de lo mejor de la
literatura contemporánea de México.