La gran ausente del 2012 electoral: la izquierda.
Culturalmente, el discurso de AMLO pasó de guerrero y furioso a evangélico y “amoroso”, es decir, del Viejo al Nuevo Testamento.
La piedra ideológica de AMLO es el cristianismo.
“Para mí la izquierda no es más que ser honesto
y pensar en el otro, el amor al prójimo”, dijo AMLO en el encuentro de mayo con
Javier Sicilia (otro agente bíblico). La izquierda reducida a “Buen corazón”.
Morena —su organización— es acrónimo guadalupano.
Ser conservador gana a AMLO muchos adeptos en un
país católico y dentro de una dizque-izquierda visceral, nacionalista y
religiosa.
La condena derechista —desde cristeros hasta
Díaz Ordaz— contra los “rojillos” y fortalecida por el PAN contra los
“izquierdosos” entró en la propia izquierda, hoy retraída en actitud cristiana
y contradicción con el marxismo.
La teología de AMLO se nota en su evangelismo
—ayer Mesías; hoy Apóstol— y en que al centro de su propuesta no está la transformación de la economía
sino la “renovación moral” (¡algo hurtado a De la Madrid!), tal y como su
“República del Amor” es un mensaje muy similar al himno de “Solidaridad” de
Televisa-Salinas.
Esas posiciones encarnan en populismo para
“serenar” (AMLO dixit) y
ambivalencia en temas como aborto o matrimonio homosexual.
(Una monja habla a favor de la masturbación. El
Vaticano la llama “feminista radical”. AMLO diría “sometámoslo a votación”.)
El ideario de AMLO es burgués. Habla de moral en
lugar de economía.
George Orwell distingue entre el moralista y el
revolucionario. El moralista es aquel que pide “un cambio de corazón que es, de
hecho, la coartada de la gente que
no quiere poner en peligro el status quo”.
La aproximación del moralista “siempre está en el plano moral” y “apuntar hacia
un cambio espiritual en lugar de un cambio estructural”. AMLO es un moralista.
Paradoja: los autores que no logró hilar Peña
Nieto en la FIL 2011 son los que M. A. Mancera enlista ante pregunta
“Culturalmente, ¿cómo se define?” (revista Proceso,
#1857): Fuentes y Krauze. Como Ebrard.
Que Krauze —líder letrado de la derecha moderada— sea la lectura favorita del iletrado Peña Nieto (PRI) y de la Izquierda-Bien de Mancera y Ebrard es sintomático de la Democracia-Ficción y la Oposición-Que-No; tan happy de la “izquierda moderada”, cuyo voto pidió, por cierto, Vázquez Mota (PAN).
Lo que Pueblo Bueno y PRIAN tienen en común es
AMLO.
En el Manifiesto
comunista, Marx y Engels decían que como izquierda estamos obligados a
apoyar a todos los partidos y causas democráticas. Asimismo, no abandonar el
objetivo final: sustituir el capitalismo por un sistema económico más justo.
AMLO no es de izquierda. Ni de derecha, sino
todo lo contrario. Reformitis tutti frutti.
Gane o pierda, parte de su herencia es haber llevado el discurso de izquierda al fondo a la derecha.
Minuto 11:35.